¿Hombres y mujeres percibimos los logros laborales de manera diferente?


Las formas de trabajar de hombres y mueres son diferentes, y lo mismo sucede con la percepción de los logros
Las formas de trabajar de hombres y mueres son diferentes, y lo mismo sucede con la percepción de los logros
El asistente 
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23 de febrero de 2018  • 16:05
Las olas y el viento. Y la laptop. En las vacaciones muchos trasladan la oficina a la playa porque no tienen posibilidad de cortar del todo con las obligaciones laborales. Por primera vez esto le tocó a Joaquín. Así que Malena, casada con él desde hace ocho años y con hijos de seis y cuatro, entre el mate y los baldecitos con arena en la orilla, se dio tiempo para observar cómo es su marido trabajando.
A pedido del jefe, Joaquín venía intentando cerrar un contrato grande con una empresa mexicana para brindarles un servicio de tecnología. En esos días de playa lo consiguió, pero por un monto mucho menor y un tipo de servicio más acotado que el que él y su jefe habían estimado cuando el cliente había aparecido en el radar. "Yo pensaba que Joaquín se iba a deprimir por esa diferencia entre lo que suponía que iba a conseguir y lo que realmente resultó -cuenta Malena, ya de regreso-. En realidad, así me hubiera sentido yo. Pero resulta que él estaba de lo más contento y, por como lo contó, el jefe también se quedó feliz". Joaquín le había dicho al jefe que este contrato, aunque fuera chico, les iba a permitir darse a conocer en acción y que además un contrato mayor les hubiera implicado mucho riesgo de que las cosas salieran mal al ser la primera vez que el equipo de técnicos local trabajaría vía remota con el equipo del cliente en México.
Malena también se dedica a ventas; comercializa seguros en empresas de logística y es una de las mejores haciéndolo. Pero un proceso de venta y un resultado que a Joaquín le generó adrenalina y diversión, a Malena podía provocarle angustia y desilusión. De hecho, en esos días de playa recordó que ella había vivido una situación similar a la de Joaquín pero la había sentido y transmitido tan distinto. Fue una vez en que vendió un paquete de seguros para una flota de camiones. Una negociación muy compleja. Se desesperó porque el monto era menor al que se suponía que iba a lograr. Sintió que el negocio se le había escapado de las manos, y aun cuando en comparación con Joaquín había sellado un acuerdo mucho más cercano al estimado inicialmente con su jefe, lo percibió casi como un fracaso y así lo comunicó. " Ahora pienso que mi jefe me hubiera dado una comisión mayor si yo se lo hubiera transmitido de forma diferente, mostrándole lo complicada que había sido la venta y lo bien que salió teniendo en cuenta que casi no se concreta. Así que este verano, viéndolo a Joaquín, aprendí para la próxima."

Cómo percibimos nuestros logros

Para él, un negoción. Para ella, un negocito. Malena y Joaquín perciben sus resultados de manera distinta. La autoexigencia es clave en el crecimiento laboral y hay que saber afinarla, explica Mercedes Korin asesora en desarrollo profesional: "La exigencia con nosotros mismos es un motor que nos ayuda a ir para adelante en el trabajo. Pero si tenemos la vara de medición excesivamente alta, es probable que terminemos convenciéndonos a nosotros mismos y a quien nos paga de que no somos lo suficientemente buenos en nuestro trabajo".
A la gente hiperexigente en muchos casos le cuesta identificar sus logros y hacerles lugar. "Suelen creer que un logro solo es tal si llega con sangre, sudor y lágrimas. Hay gente a la que asesoro que me dice 'Pero esto que conseguí es una pavada, si no me costó nada'. Y en este
mismo perfil de personas, tan exigentes consigo mismas, cuando logran algo no se dan un tiempo para la celebración porque consideran que solo cumplieron con su deber". Lo que entendió Malena es que puede poner en valor y en contexto sus logros sin que esto implique pasar a ser parte del bando de los que se ocupan más de alardear que de hacer.
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