Fascinados con la Edad Media


Vestir como un caballero medieval y recrear las luchas y torneos de aquella época es una tendencia mundial que se ha instalado en Tucumán y que cobra, cada año, más fuerza. De esto dan fe los artesanos que construyen armaduras, cascos y armas para vender en ferias o a pedido.

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Apocos metros de la puerta, sobre una percha de madera, descansa una pesada malla de cota. Hay escudos y espadas, cascos vikingos, guantes, coderas y protectores de brazos y piernas, todos de metal. El taller de Leandro Ponssa parece salido del túnel del tiempo. Este cuarto de paredes verdes, herramientas básicas y troncos de árboles como mesas de trabajo es un verdadero viaje a la Edad Media. Es su lugar en el mundo, confiesa el joven artista, que desde un tiempo a esta parte dedica largas horas a cumplir el sueño de un grupo cada vez más grande de fanáticos de la historia y del arte medieval.
No es ficción. Para nada. Cuenta Ponssa (26 años, licenciado en Artes Plásticas) que la movida comenzó en Tucumán hace unos seis años aproximadamente. Y que cada año aumenta la cantidad de seguidores de aquel período que va del siglo V al siglo XV. Un fenómeno alimentado por series como “Juego de tronos” o “Vikingos”. No es tan complicado entender esta fascinación del siglo XXI con la Edad Media. Para Leandro, que ha estudiado mucho el tema, hoy nuestra vida es tan distinta que tal vez lo que apasione en la actualidad sea pensar que alguna vez la humanidad funcionó así. La Edad Media fue un período muy violento, dice. Se la concibe como una época oscurantista, bárbara y signada por las persecuciones, pero también uno encuentra mucho arte y cultura. Y eso es muy atrapante, resalta.
No sólo fantasean con caballos, castillos y luchas cuerpo a cuerpo. Lo llevan a la práctica. En Tucumán hay dos agrupaciones que recrean batallas medievales, cada semana, en el Complejo Muñoz y en el parque Avellaneda. Se visten de caballeros medievales y combaten; incluso juegan torneos nacionales.
Precisamente Leandro es uno de los encargados de fabricarles las armaduras y los atuendos. “Mi trabajo es de recreación histórica medieval. Hago piezas basadas en modelos reales, a partir de hallazgos arqueológicos. Cuando alguien me encarga algo, lo primero que realizo es una investigación histórica”, detalla. Confiesa que desde pequeño, cuando leía enciclopedias, siempre le gustaron las armaduras medievales.
Para hacer una cota de malla demora, por lo menos, un mes. Compra rollos de alambre, con los que hace miles y miles de anillos iguales. Luego los va uniendo hasta crear esta pieza, de 13 kilos. En la Edad Media, protegía a los luchadores de los cortes, especifica.
Leandro es desde hace un tiempo organizador del “Mercado Medieval - La Encrucijada”, un evento que año a año suma nuevos expositores (ya tiene más de 25) y convoca hasta 4.000 personas por día. Usa imágenes de Biblias del Siglo XIII para crear escudos y atuendos de la época. Cose a mano un clásico que se llama Aketón, es una prenda acolchada que iba debajo de las armaduras. En un yunque y con un martillo da formas a distintas piezas, como cascos y escudos.
“Generalmente hago piezas por pedido, porque todo se debe hacer a medida”, explica. Trabaja con otro experto en herrería medieval, Diego Woiciechowski, especializa en fabricar armas: espadas, lanzas, alfanjes y hachas. A todas las construye sin filo para que no haya peligro.
Los fanáticos de la Edad Media no sólo quieren vestirse y luchar como personajes de época. También les gusta adornar sus casas con escudos y armas. Muchos son amantes de la fantasía medieval: les gustan los dragones, elfos, magos y guerreros, detalla Luis Coronel. Es juguetero y se especializa en hacer este tipo de piezas, que luego vende en las ferias medievales. Las hace con cables y mucha imaginación. Su especialidad son las aves fénix y los dragones.
“Veo cada vez más gente encantada con lo medieval, grandes y chicos”, destaca el artesano (31), que también hace a pedido armaduras de cuero, escudos de madera y cascos con cuernos.
Benjamín Gutiérrez también se dedica al arte medieval. Su fuerte son las armaduras femeninas. “Cada vez hay más mujeres que participan de esta movida. He vendido trajes en distintos puntos del país, para ferias. Creo que las series televisivas están influyendo mucho. La gente investiga, quiere conocer y, especialmente, saber si tiene en su árbol genealógico sangre vikinga; por ejemplo. ¡Yo acabo de descubrir que sí tengo! Eran de Noruega”, dice, emocionado, el artesano, de 35 años.
Aprendió las técnicas para hacer las vestimentas en internet. Desde hace ocho años se dedica a fabricar trajes para mujeres guerreras. “Esto en realidad tiene que ver más con la fantasía medieval, porque si nos llevamos por la historia la mujer de la Edad Media cocinaba, cosechaba, limpiaba o estaba encerrada en una torre”, detalla Benjamín. Que cada vez más gente se vuelva fanática de la Edad Media y de repente quiera lucir como una hechicera candidata a la hoguera o pelear como un verdadero gladiador o vikingo no tiene por qué sorprendernos o suponer que es un acto de inmadurez, dice. Porque jugar a hacer de otro siempre puede ser un acto liberador.
Precios 
$ 2.500
cuesta un casco a medida.
$ 8.000
cuesta un escudo de madera forrado en tela y con decoraciones especiales.
$ 2.500
es el precio del Aketón, una pieza de tela acolchada que va debajo de la armadura.
1.700
es el valor de una espada sin filo y con la punta redondeada.
> Precios 
$ 2.500 Cuesta un casco a medida.
$ 8.000 cuesta un escudo de madera forrado en tela y con decoraciones especiales.
$ 2.500 es el precio del Aketón, una pieza de tela acolchada que va debajo de la armadura.
1.700 es el valor de una espada sin filo y con la punta redondeada.
Pelean cuerpo a cuerpo con hachas, espadas y lanzas
Vestir como un caballero medieval y recrear las luchas y torneos de aquella época es una tendencia mundial que se ha instalado en Tucumán y que cobra, cada año, más fuerza. De esto dan fe los artesanos que construyen armaduras, cascos y armas para vender en ferias o a pedido
Tienen espadas y armaduras, chocan sus armas, caen pesadamente al suelo. Parecen salidos de una película. Pero no. Están practicando combate medieval, un deporte cultura que suma cada día más adeptos. En Tucumán, encontramos dos grupos dedicados a estas actividades: “León Albino” y “Quirquincho”.
Los primeros se reúnen en el parque Avellaneda y los segundos, en el Complejo Muñoz.
Entrenan y aprenden las diferentes técnicas para recrear batallas medievales. Incluso han participado de torneos nacionales. Los elementos que usan los encargan a medida o los fabrican ellos mismos: llevan cascos, botas, armaduras, escudos y espadas (sin filo). Además, se colocan protecciones especiales de algodón para amortiguar los golpes en el cuerpo.
En total, entre atuendo y armas llevan una carga de más de 30 kilos.
Los cultores de deportes de la Edad Media se agrupan en una organización llamada HMB (History Medieval Battle).
Cuenta Exequiel Guevara (34), de “León Albino”, que en las batallas vale de todo, pero aclara que hay muy pocos riesgos de salir heridos. Hay muchas reglas de protección, dice.
Se hacen duelos de uno contra uno o batallas grupales en las que se enfrentan desde tres contra tres hasta 21 contra 21.
Exequiel Jerez Romano (24), de “Quirquinchos”, quedó fascinado con el deporte después de haber leído una noticia sobre un mundial de este combate. Él, que ha competido a nivel nacional, detalla las armas que se usan: hachas, espadas, sables y lanzas, entre otras. “Todas son adaptadas para no ser letales. No tienen filo ni puntas. Se combate cuerpo a cuerpo. Hay árbitros y un comité que controla que la batalla sea lo más fiel a la historia”, resalta.
El combate medieval nació en 1990 en Rusia, país que hoy en día es la mayor potencia de este deporte. A partir de 1994, empezaron a realizarse torneos mundiales. Actualmente existen 17 en todo el país, con equipos masculinos y femeninos.

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