Cuando rendirse no es una opción: historias detrás de los bochazos en Medicina


Aseguran que hay aspirantes que lo intentaron hasta siete veces. Piden consideraciones especiales para los "reincidentes". Vocación y voluntad inagotables.

Hace 2 Hs 14 1730 Por Julio Marengo
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¿Cuántas veces marcan la vencida? No contesten tan rápido. Hay quienes hicieron hasta siete intentos de ingresar a la Facultad de Medicina y nada se ha vencido: ni la mala suerte ni tampoco su perseverancia.
"Y es que uno lo desea en verdad, no es un capricho. Se trata de vivir tu sueño, de ser lo que siempre quisiste ser. Yo quiero ser médico, siempre lo quise", describe con claridad y convicción Bruno Donaire, quien acaba de recibir su quinto bochazo en el ingreso de la carrera de sus amores.
Bruno tiene 27 años, es tucumano y vive en el barrio El Salvador, cerca de el Mercofrut. Cuando salió de la secundaria, hace alrededor de 10 años, ya sabía que quería estudiar Medicina. "Traté de convencerla a mi mamá para rendir el ingreso, pero era imposible. No tenía cómo pagar el curso. Ella me dijo que estudiara otra carrera y me metí a Enfermería en ATSA, porque al mismo tiempo tenía que trabajar y en la UNT el cursado de esa carrera es mañana y tarde", cuenta.
Bruno Donaire (27) estudia en su casa, en la zona del Mercofrut.
Embarcado en el rubro salud, a los dos años de comenzar Enfermería, Bruno decidió rendir por primera vez en Medicina. No aprobó. Al año siguiente, redobló esfuerzos, volvió a pagar profesores, y volvió a presentarse. Nada. La tercera vez se inscribió, pero tiró la toalla días antes de comenzar el proceso. "Estaba traumado, me sentía inseguro, tenía miedo, creía que no estaba lo suficientemente preparado, y no rendí". 
Según Bruno, tiene compañeras que terminaron compareciendo en un consultorio psicológico luego de los varios intentos por rendir. No es su caso. A pesar de la depresión, la decepción y el enojo, logró sobreponerse por su propia cuenta. "Es que a uno le hacen sentir que no está hecho para esto, que no tiene capacidad, que debería dedicarse a otra cosa. Pero yo sé que tengo la vocación y que quiero estudiar. En Enfermería obtuve una beca por mis condiciones... pero en Medicina no hay caso". No se avergüenza. La perseverancia, en su caso, es el motor de un orgullo que se percibe en cada palabra que pronuncia.
El cuarto y el quinto intentos tampoco fueron la vencida para Bruno. La vez anterior había sumado 68 puntos y en esta vuelta, 74. Pero la zanahoria está siempre un poco más lejos para este enfermero empecinado en calzarse el delantal de médico.
Hace 5 años, Bruno se recibió de enfermero, pero buscará ingresar a Medicina por sexta vez.
Hace dos años Bruno decidió casarse. Una parte de su vida estaba resuelta: ya era enfermero y trabajaba de eso en el CAPS de su barrio. Todavía conserva ese puesto, en el que fue confirmado. Aún así, le falta algo para animarse a tener hijos. "No es momento. Lo charlamos siempre con mi señora -estudiante de Teatro- y coincidimos en que, al menos hasta que consiga aprobar el examen de ingreso, vamos a esperar para tener hijos. Porque voy a seguir insistiendo. Bah... tengo que charlarlo bien con mi esposa y mi mamá, pero yo tengo las intenciones", asevera. 
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Daniela
No se trata únicamente de ganas. Se trata también de tiempo y de dinero para costear los cursos de preparación para el ingreso que, en promedio, cuestan $5.500 por mes. "Entre eso, los apuntes, el boleto de colectivo, lo que uno come para quedarse en los institutos, fácilmente llegás a los $ 7.000 u $ 8.000 mensuales. Es la mitad de cualquier sueldo y algo que hay que considerar. También pensé en meterme a una privada, pero me da miedo por la plata y que no me vaya bien... porque de tantos intentos, uno se vuelve inseguro", dice Bruno.
Daniela Heredia, en cambio, para su cuarto intento de ingreso -será el año que viene- decidió no ir a ningún instituto. Para ella también la meta se ha corrido un poquito más allá cada vez que se presentó al examen. Su último puntaje fue 77,9, superando su nota anterior, pero ahora el piso de ingreso estuvo en 82 puntos.
Daniela Heredia (23) lo intentó tres veces y va por la cuarta.
"Yo no creo que haya que sacar el examen de ingreso, pero al menos que haya un repechaje o consideraciones especiales para los que rendimos varias veces. Creo que esa perseverancia habla también de la voluntad y de la vocación de un estudiante, no me parece bien dejar afuera a aspirantes que demuestran semejante interés. Porque, sabemos, muchos de los que entran en el primer intento, no llegan ni siquiera a terminar el primer año", opina Daniela.
Al igual que Bruno, ella optó por estudiar Enfermería. "El año pasado conseguí trabajo de enfermera en un sanatorio. Cuando decidí volver a presentarme al ingreso en Medicina, renuncié al trabajo, porque me di cuenta de que era imposible hacer el curso y trabajar al mismo tiempo", asegura.
Los institutos que preparan para el examen tienen un régimen igual de exigente que la facultad. Las clases arrancan temprano a la mañana y se extienden hasta después del mediodía. En algunos casos hay que volver a la tarde y, si no, hay que sentarse a estudiar. "También podés ir al instituto a hacer ejercicios, eso depende de cada uno, pero para prepararse bien hay que dedicarle el día completo", describe la aspirante.
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Un poco de (mala) suerte
Además de las horas de estudio y de la perseverancia, los que intentaron varias veces entrar a la Facultad de Medicina sostienen que la suerte también influye. Y no hablan de la suerte de haber nacido en una familia que les pueda solventar los gastos de sus estudios y que no tengan que trabajar de manera paralela.
Daniela, junto a su grupo de aspirantes del ingreso a Medicina.
"Después de mucho pensar, junto plata de mis sueldos, renuncio al trabajo y pago el curso de ingreso, otra vez. Justo cuando me voy a anotar en el instituto, una semana antes la Facultad había dispuesto volver a incluir matemática y física en el examen. Por ende, el curso se encareció ($55.000 en total) y aumentó la exigencia, justo en la materia con la que peor me llevo", relata.
Y la mala racha siguió, a prueba de voluntades: "dos semanas antes de rendir, en la puerta de la Quinta Agronómica, me robaron la billetera con el documento. Pregunté en la Facultad y me dijeron que sin eso no podía rendir, ni siquiera con la tirilla de la denuncia. Entonces tuve que pagar el DNI express, $2.000, para que me llegara en dos días. Pero hasta eso, perdí un montón de tiempo de estudio haciendo trámites, además del estrés. Y en la Facultad no tuvieron la voluntad de solucionarme nada. Sentís que en lugar se facilitarte las cosas, te ponen impedimentos", reclama.
Daniela sí tiene un plan: va a rendir, por cuarta vez, el ingreso a Medicina. Al igual que Bruno, para ella no es igual ser enfermera que ser médica. "Voy a comenzar a trabajar de nuevo para poder mantenerme, y voy a volver a estudiar. Esta vez yo sola. Quizás me preparo puntualmente en matemática y física, pero lo otro ya lo tengo. Yo voy a ser médica", finaliza.

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