No es un deber ni una obligación relegar nuestra vida a ningún lugar... Laura Moratalla

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Demasiadas veces escucho que una vez que eres madre la vida tiene que girar en torno a tus hijos y que tú quedas relegado a un puesto inferior, un puesto inexistente. Esta puede ser una decisión personal tan lícita como cualquier otra, claro que sí. Pero no es un deber ni una obligación relegar nuestra vida a ningún lugar.
Se puede complementar el ser una buena madre, preocupada con la educación de nuestros hijos, con el ser una mujer, preocupada por nuestro crecimiento personal y por el disfrute de nuestro espacio personal. Es cierto, que muchas veces son demasiadas las actividades a las que tenemos que llevar a nuestros hijos o demasiado el tiempo que tenemos que dedicar a sus estudios.
Pero, todo ésto se puede organizar, en la mayoría de los casos, de manera que además de cumplir y disfrutar de nuestras obligaciones como madre, nos quede tiempo para cuidarnos a nosotras. Ya que el conseguir un equilibrio entre una faceta y otra hará más llevadera cualquier responsabilidad a la que tengamos que hacer frente.
Así, si, por ejemplo, trabajas y cuando vuelves a casa tienes que dedicar la tarde a las actividades extraescolares o deberes de tus hijos y después a la cena, a la compra, a la plancha, etc., podrá llegar el momento en el que sientas que has perdido tu propia identidad, esa de la que antes disfrutabas y que ahora te parecen recuerdos lejanos y extraños.
Es por esto que debemos cambiar los hábitos y las creencias tóxicas que nos mantienen en una rutina nefasta para nuestra realización y salud. Para ello, debemos empezar creyendo que es posible poder llevarlo a cabo, sino no servirá de nada ni siquiera que comencemos a tomar medidas. Así que comencemos con la certeza de que nos merecemos nuestro espacio y de que vamos a conseguir encontrarlo.
Después nos organizaremos y daremos prioridad a aquellas cosas que si o si debemos realizar y las demás las iremos haciendo en varios días, y, si es posible, delegaremos algunas. De manera que cada día seamos capaces de sacar al menos 30 minutos para nosotras, para aquello que deseemos. Pediremos a nuestra familia que respeten este tiempo, ya que en comparación con lo que les dedicamos a ellos no es nada, y nosotras mismas lo respetaremos sin excepción como una obligación más.
Se trata de encontrarnos, de disfrutar simplemente con nuestra propia compañía o de hacer aquellas cosas que deseemos y vamos aplazando una y otra vez porque no tenemos tiempo para algo cuya importancia minimizamos nosotras mismas.
El multitud de ocasiones el estrés que nos provoca la inmersión en una rutina incesante hace que nos comportemos de una manera que no deseamos con aquellos que tenemos más cerca, ya sea nuestra familia o nuestros compañeros de trabajo. También se trata de evitar ésto, ya que no podemos ir sumándonos cada vez más a lo que ya tenemos y nos es más que suficiente para sentirnos agobiados.
Así que comencemos a trabajar para que este ideal sea posible, los grandes cambios no se consiguen de un día para otro, pero el esfuerzo merecerá la pena, así que vamos modificando y ensayando aquella forma de vida con la que nos sentiremos bien, más libres, más realizados y, en definitiva, más nosotras.

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