Pruebas PISA y autocrítica


Las reflexiones del ministro de Educación, Alberto Sileoni, sobre el bajo nivel de nuestros alumnos deben ser un punto de partida para hacer correcciones

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Los resultados de la prueba de evaluación PISA, comentados el 4 del actual en esta columna editorial, han tenido en el nivel oficial un efecto distinto del manifestado en años anteriores. La nueva frustración en cuanto a los rendimientos de alumnos de 15 años de nuestra enseñanza media, que dicha prueba puso en evidencia otra vez, ha repercutido como era de desear, después de anteriores intentos ministeriales que oscilaron entre el afán por negar o minimizar la importancia de los bajos puntajes alcanzados o bien por relativizar las fallas de nuestro sistema educativo. El cambio actual se advierte en las palabras del ministro de Educación, Alberto Sileoni, en ocasión de una visita a Salta. Al aludir allí al tema, reconoció la responsabilidad que corresponde a la conducción gubernamental en el bajo nivel de preparación demostrado por los estudiantes, que los ubicó en el puesto 59°, dentro del conjunto de 65 países a quienes se les administró ese examen.
La Argentina no ha mejorado en ninguna materia desde que comenzó a participar en las pruebas PISA, más de una década atrás, mientras que otros países latinoamericanos han mejorado ampliamente. Por caso, Chile empezó desde el mismo punto de lectura que la Argentina y hoy la supera con comodidad. Dos tercios de los alumnos argentinos se desempeñaron en los niveles más bajos en matemática y uno de cada dos en lectura y ciencia. Y menos del 1% de nuestros alumnos logró niveles de excelencia en todas las materias.
La reflexión del ministro Sileoni apuntó a la responsabilidad del Estado nacional y de los estados provinciales, si bien agregó que gravitaron en los resultados otros factores de la vida social y educativa. Señaló, no obstante, sorpresa por los resultados, porque hacía tiempo que "se trabajaba para esta prueba", frase que debe entenderse como aludiendo a la preparación general para un examen de este carácter. El funcionario agregó que habrá que continuar avanzando en "una cultura de la evaluación", ya que en este tipo de pruebas el alumno debe ganar en confianza para responder con mayor acierto.
Es oportuno recordar que hace algo más de 70 años, durante la presidencia de Roberto Ortiz, cuyo ministro de Educación era Jorge Eduardo Coll, se tomaron pruebas de evaluación cuatrimestrales a los alumnos de la enseñanza media en diversas asignaturas, entre las que se contaban, también, Matemática, Lengua y Ciencias. No se trataba de una prueba internacional, pero igualmente permitía estimar los conocimientos alcanzados por los estudiantes de la escuela media. Quienes obtenían promedios superiores recibían como premio un saludo de felicitación ministerial. La experiencia dejó un precedente valioso que podría haber servido para la evaluación regular de las camadas estudiantiles de haberse mantenido, lo que no ocurrió.
Son valorables las opiniones de Sileoni. Reconocer fallas u omisiones es el punto de partida que permite corregir y perfeccionar el sistema educativo. La autocrítica es siempre un ejercicio saludable.
De eso da muestras Finlandia, considerada un ejemplo mundial de calidad de su sistema educativo, como lo han corroborado anteriores pruebas PISA. Sin embargo, en los últimos exámenes retrocedió al 7º lugar, suceso que llevó a altos funcionarios educativos a plantear su renuncia como muestra de autocrítica.
Entre nosotros y en diversas áreas de gobierno, no se suelen reconocer errores ni fallas. En esta oportunidad se ha insinuado un cambio. Es de esperar que persista la voluntad de rectificar y mejorar para beneficio educativo del país..

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