Cinco prácticas para la conversión digital
Un estudio privado confirma que es necesaria una planificación estratégica para poder crecer.
Hace 18 Hs
En un mundo cada vez más ágil y disruptivo la planificación estratégica de las empresas debe cambiar para estar alineada con las necesidades y acompañar al negocio. Según el estudio Strategic Planning That Produces Real Strategy, de Bain&Company, menos del 33% de los ejecutivos a escala mundial creen que sus planes estratégicos alcanzan tres de los grandes objetivos: ambición, adaptación y ejecución.
La pregunta que inmediatamente surge es: ¿tiene sentido mantener los procesos tradicionales con una mirada a tres años en un mundo tan cambiante? La investigación Measuring the economic impact of short-termism, realizada por McKinsey Global Institute en cooperación con FCLT Global, confirma que es importante tener un norte a seguir, mejorar y adecuar el proceso general y tener las mejores personas pensando en el futuro del negocio constantemente.
Lo mismo pasa cuando hablamos de los sectores de TI que tienen que acompañar, y muchas veces anticiparse a estos cambios y requerimientos del negocio, pero con un agravante importante: ¿cómo prepararse para soportar o impulsar algo que todavía no existe?.
La respuesta es armar un plan maestro de tecnología, basado en la visión estratégica de la empresa, que combine distintas fuentes de conocimiento con una metodología fuertemente comprobada en conjunto con los socios que poseen el conocimiento de negocios y de tecnología, pero tienen también experiencia y casos de éxito. Para alcanzar el éxito en la implementación de nuevos proyectos de transformación, los expertos enumeran cinco prácticas a considerar.
1.- Visión estratégica no es lo mismo que definir el presupuesto del próximo año. En un mundo cada vez más ágil y disruptivo es importante definir lo que hay que hacer y después trabajar en cómo hacerlo viable económicamente.
2.- El proceso debe ser continuo. Por más que haya un plan de medio a largo plazo es importante revisarlo y ajustarlo periódicamente. Así mismo, el hecho de que sea un proceso continuo, abre una ventana importante de discusión para temas urgentes y nuevas ideas.
3.- La discusión debe ser amplia, se debe escuchar a toda la empresa y a los clientes. Si no se tiene en cuenta esto, existe el riesgo de que se tenga una visión que es imposible de ejecutar o que está alejada de aquello que los clientes están pidiendo. En un ejercicio así es clave traer más voces a la mesa.
4.- La discusión debe ser desde cero. No construya un modelo automático donde “solamente” se piense en mejorar un 10% lo que ya existe en la actualidad, hay que pensar en que debería ser hecho para mejorar 100%. Un ejemplo clásico es el de las lámparas eléctricas, que no fueron una mejora de las lámparas a querosene, sino una solución totalmente novedosa y disruptiva para el mismo drama.
5.- Los equipos deben tener autonomía y flexibilidad. Ninguna solución va a alcanzar su máximo potencial si se piensa solo en tecnología; los mejores cambios ocurren cuando se tienen en cuenta factores de procesos y personas preparándose para un mundo cada vez más digital y ágil.
Finalmente, para tener éxito en este camino lo más importante es adoptar e incorporar los pasos anteriores como una gran capacidad de la empresa y de la gente. Solamente así se podrá garantizar un ciclo de mejora continua obteniendo cambios sencillos.
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