La preciosa historia del escritor, su hijo autista y los pájaros
22 Ene 2018 6
Dice un hilo de Twitter del usuario @Hombrerevenido
<<Cuando Kenzaburō era niño su madre le previno, terminante: "Con esas orejas vas a tener que estudiar mucho para poder casarte”.
Kenzaburó finalmente se casó, pero tan sólo allí comenzó esta historia.
A los 23 años, Kenzaburó ganó con su novela corta La presa el Premio Akutugawa (en honor a Rynosuke Akutugawa, el autor de Rashomon) entonces supo que iba a ser escritor.
A los 25 contrajo matrimonio con Yukari Itami, quien era hermana del director de cine Juzo Itami (recomiendo su brillante comedia Tampopo, de 1985) y amigo de toda la vida de Kenzaburó.
Pero nadie se escribe el destino, y en 1963 nace su hijo Hikari. El bebé tienehidrocefalia severa y los médicos le extirpan una enorme protuberancia del cráneo. La cirugía es crucial y el pequeño Hikari sobrevive con irreversibles secuelas: tiene discapacidad intelectual, ceguera parcial, epilepsia y autismo.
Por aquel entonces, Kenzaburó hace un viaje a Hiroshima, al epicentro mismo del horror. Pero es la gente de allí la que acaba animándole a él, y no al revés.
El niño no habla, no se comunica, no tiene interés por nada, apenas se mueve. Es una especie de “flor preciosa” (en palabras de sus padres).
Yukari y Kenzaburō analizan cada gesto. Buscan algo. Un día descubren que el niño reacciona levemente al escuchar cantar a los pájaros.
Le traen un montón de discos de trinos y gorjeos. En ellos, se escucha el sonido de un ave y una locutora dice el nombre a continuación. El niño se entusiasma.
Meses después, estando de vacaciones, Kenzaburó sale a pasear con su hijo. En el campo escuchan el canto de un pájaro. Hikari lo identifica, es un Rascón (rallus aquaticus). Su padre no puede creer lo que está viviendo.
El niño ha reconocido al pájaro gracias a uno de los discos y ha articulado el nombre. Es la primera vez que se comunica de forma verbal con su padre. Es capaz de reconocer y de imitar a cualquier pájaro. Y todos los días juega con sus padres a ese juego de adivinanzas en el que es imbatible.
Cuando descubre la música clásica vuelve a apasionarse. A los 11 años empieza a recibir lecciones de piano como parte de su terapia. Carece de coordinación física, toca con gran dificultad, sin embargo se concentra al máximo. Kumiko, su abnegada profesora, lo desafía a improvisar.
Le pide que apunte en una partitura lo que vaya tocando por su cuenta. Pasa el tiempo e Hikari le trae algo escrito. La maestra lo toca, sonríe e imagina que es una transcripción de Mozart o Chopin, pero no, es una composición propia. El joven silencioso ha abierto su alma gracias a la música.
Empieza a ser un adulto capaz de expresarse y de aprender otros conceptos relacionándolos con la música. El primer CD grabado por Hikari Ōe recopilaba 25 piezas cortas para piano. Salió al mercado en 1992 y vendió 80.000 copias. Escuchen.
En todo ese tiempo del crecimiento de Hikari, Kenzaburó Ōe escribió mucho, escribió sobre Hiroshima, sobre la pérdida y la culpa, sobre el futuro, pero sobre todo sobre su hijo.>>
En 1994 Kenzaburō Ōe recibió el premio Nobel de literatura, en parte por el libro escrito en 1964, cuando Hikari tenía apenas un año de edad, llamado Una cuestión personal y donde cuenta la historia de Bird, un pforesor de inglés que enfrenta el terrible suceso del nacimiento de su hijo con una deformidad en la cabeza y que modificará para siempre su vida.
Pensamos en el nombre del personaje de la novela, Bird (en inglés significa 'pájaro') y misteriosamente mediante el canto de los pájaros el pequeño e indefenso Hikari conoció el mundo y sus maravillas. Salió adelante gracias al empeño y cariño de sus padres y de su propia fuerza.
Pienso en un diálogo que tuve hace poco con un amigo. Yo cité al descuido y fuera de contexto una frase del místico Angelus Silesius que dice: "La rosa es sin por qué, florece porque florece."
Mi amigo, lejano a la crítica literaria y a los libros alemanes del Siglo XVII, replicó: "¿Pero cómo florece porque florece?... A la planta de la rosa hay que regarla y cuidarla para que de lindas flores!"
Y no es otra cosa lo que ha ocurrido en esta historia, que conozco por medio del tuitero @hombrerevenido, quien al final de su relato (a quien he birlado no pocas líneas) cita este haiku de nuestro universal Borges:
Lejos un trino.
El ruiseñor no sabe
que te consuela.
@Cesario
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