Universidad: se innova poco, según perciben docentes y profesionales
Así surge de la encuesta del III Congreso de Educación &Desarrollo Económico; se considera que lo aprendido se desactualiza en cinco años; poca formación para emprendedores
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María Elena Polack
LUNES 10 DE JULIO DE 2017
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"Los jóvenes empiezan a ver que el sistema universitario, tal como está organizado, no provee nada significativamente trascendente que justifique cuatro o cinco años de estudio y alta dedicación en una carrera de grado o los dos años que lleva un estudio de posgrado", sostiene Juan Martín Segura, especialista en innovación educativa y organizador del III Congreso Anual de Educación & Desarrollo Económico.
En ese encuentro, del que participaron especialistas en distintas disciplinas y destacados hacedores en ámbitos tan diversos como el cine (Juan José Campanella), el fútbol (Rodolfo D'Onofrio) o la moda (María Cher), se debatió el papel que tiene hoy la universidad para los jóvenes argentinos.
"Quedó claro que el trayecto curricular tradicional y lineal, apoyado en aprendizajes memorísticos de contenidos que finalizan con una titulación, no captura la complejidad del entorno en el cual los graduados deben desenvolver sus proyectos profesionales ni incluye los últimos adelantos científicos, tecnológicos y referentes a la teoría del aprendizaje", señaló Segura.
La preocupación por la función de la universidad fue compartida por buena parte del público que asistió a las dos jornadas del congreso, que se desarrolló en el CCK, que respondió una amplia encuesta con contundencia: el 63% cree que la universidad innova entre nada y poco; el 60% considera que lo aprendido en ese nivel educativo pierde relevancia en cinco años o menos, y el 50% siente que la formación para el emprendedorismo -considerado importante para el desarrollo de empresas propias- es entre nula y mínima.
Entre las preocupaciones explicitadas en la encuesta se destaca que la universidad innova poco en cuestiones tan centrales como la pedagogía (50%), la currícula de materias que conforman una carrera (50%), tecnología (54%), diseño institucional (48%) y política pública (47%).
También se encendió una alarma ante las respuestas sobre para qué actividad u organización está mejor preparado un egresado universitario en nuestro país. Bajo el concepto general "normal" respondió el 39% de los encuestados. "Poco", el 32%; "bastante", 19%; "muy", 6%, y "nada", 4%. Si se observa la respuesta por actividad, se considera que la actividad con mejor ranking es la de emprendedor (43%), seguida por educación (36%), ciencia (33%), arte (26%) y organización (23%).
El sondeo fue respondido por 1017 personas en forma electrónica al inscribirse para asistir a las deliberaciones de esta nueva edición del congreso. De ese universo, el 66% son mujeres, el 88% son mayores de 30 años y el 73% tienen estudios universitarios.
La ocupación dominante de quienes respondieron el sondeo es la de educador (62%); siguen profesionales y trabajadores independientes (12%), empresarios y emprendedores (9%), políticos y funcionarios públicos (3%), intelectuales (1%) y científicos y artistas (1%). El 12% restante no dio a conocer su actividad. El 98% es argentino y por primera vez se registraron asistentes de Brasil, Chile, Colombia, Paraguay, Panamá, Perú, Venezuela, Alemania y Ghana.
El resultado de la encuesta fue presentado durante el congreso. "En el aire quedaron flotando dos cuestiones muy relevantes. Una es que la normativa anticuada y rígida que regula el funcionamiento de la universidad es un problema y una buena excusa para no cambiar o innovar. La segunda es que no está presente en la agenda de la política educativa el desarrollo de una política universitaria que tenga un ojo en la complejidad de la época y en el mundo de posibilidades que se abren a partir de Internet y la revolución de las pantallas. De hecho, en la Declaración de Purmamarca de febrero de 2016, todos los ministros de Educación del país acordaron 13 principios estratégicos y la universidad no estuvo incluida en ninguno de ellos", señala Segura.
No sólo los encuestados están persuadidos de que la universidad argentina innova poco (50%), sino que coinciden con un sondeo de Gallup publicado en 2015 por la Cumbre Mundial para la Innovación en Educación (WISE, por su sigla en inglés), en el que 1600 expertos de 150 países señalaron América latina como la región del mundo en la que menos se innova en educación.
Frente a la convicción de que la universidad no innova y no forma emprendedores, Segura plantea que hay que "flexibilizar el diseño de los trayectos curriculares, habilitar grandes espacios de experimentación multidisciplinaria (desde talleres y laboratorios de cualquier tipo hasta foros abiertos de debates donde participen alumnos, docentes y directivos por igual, similar a la Cámara de los Comunes del Parlamento inglés), establecer acuerdos con empresas para hacer de los problemas de las organizaciones una parte estratégica de la finalización de los procesos formales de estudio y aprendizaje. Y, finalmente, enseñar a pensar y a reflexionar sobre esos hábitos de pensamiento".
Enfático, advierte: "La universidad no forma emprendedores. Creo que es una respuesta consistente con la misión de las universidades que tienen más una orientación hacia la titulación académica y de contenidos que hacia la formación de hacedores de empresas y creadores de valor social, económico, cultural".
¿Qué modelos universitarios podrían tomarse como ejemplo para aplicar en la Argentina? A juicio de este especialista en innovación educativa, "Minerva [en San Francisco, Estados Unidos] da muy buenas pistas y pautas. Tiene un diseño curricular orientado por la neurociencia y dirigido a aprender a resolver problemas. Tiene integración de tecnología para favorecer el aprendizaje activo. Hace experimentación con las organizaciones, funcionarios y directivos de la vida real desde el primer día y tiene interacción social multicultural. Estos elementos deberían ser los pilares de cualquier proyecto institucional universitario".
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