Cuando la música es libre… y el sonido, también

Tenemos que hacer una presentación para el trabajo o la escuela y queremos poner una canción de esas que todos identifican con una simple tonada. En cuanto comenzamos a investigar un poco, resulta que la música que queremos usar tiene restricciones de derechos de autor y no podemos descargarla sin cometer una infracción a la ley. ¡Nos quedamos sin música! ¿O podemos buscar alternativas?
¿Cómo sé si puedo usar un viejo minué en un video —que pienso publicar en YouTube— sobre la vida de San Martín? ¿O una canción de María Elena Walsh para una presentación de mi nuevo emprendimiento comercial?

La mayoría de los músicos que publican sus trabajos en el circuito comercial suele tener los derechos reservados; sin contar la injerencia de las empresas que comercializan sus trabajos o las entidades de gestión colectiva como la Sociedad Argentina de Autores y Compositores de Música (SADAIC). Más allá de la diferencia entre los «derechos morales» (por ejemplo, la atribución de autoría) y los derechos patrimoniales (explotación económica), ellos están autorizados para grabar, modificar, difundir y vender sus trabajos… y todas las demás personas debemos pagar por utilizar ese material.
Representación artística de la música y el sonido
Nevit Dilmen/Wikimedia Commons

Hacia otras maneras de producir y compartir

Sin embargo, no toda la música que existe tiene todos los derechos reservados o está licenciada de la misma manera. Existen, al menos, dos maneras de que un material esté a nuestra disposición:
  • Dominio público
En cada país existe un plazo de expiración de los derechos de autor. En la Argentina, el artículo 5 de la Ley de Propiedad Intelectual dice que: «La propiedad intelectual sobre sus obras corresponde a los autores durante su vida y a sus herederos o derechohabientes hasta 70 años contados a partir del 1 de enero del año siguiente al de la muerte del autor».
Toda obra cuyos derechos de autor hayan expirado comienza a pertenecer al dominio público. Esto significa que podemos utilizarla libremente porque ahora nos pertenece a todos.
  • Licencias abiertas
Por otra parte, existen autores que quieren compartir sus obras de otra manera. Por lo tanto, eligen para sus obras licencias menos restrictivas. Por ejemplo, una licencia que permite a los usuarios de la obra escucharla y utilizarla libremente. Es el caso de las licencias Creative Commons.
Tipos de licencia Creative Commons

¿Dónde encontrar música o sonidos con estas licencias?

El camino más seguro es realizar búsquedas en bancos de sonido o repositorios construidos especialmente con el fin de facilitar el acceso a este tipo de materiales.

Dos ejemplos:

¿Y si el autor soy yo?

La alternativa es poner «manos a la obra» y animarse a grabar la música o los sonidos que necesitamos. ¿Cómo podemos hacerlo? Con el micrófono de nuestra computadora —las netbooks del Programa Conectar Igualdad ya lo traen incorporado— y el programa Audacity —también ya instalado en las netbooks o de descarga gratuita—, solo nos queda ocuparnos del contenido.
Pantalla del programa de edición de sonido Audacity
Festor/Wikipedia


Podemos crear efectos de sonido de diversas maneras: utilizando materiales distintos para golpear, arrugar y soplar, para crear efectos de sonido caseros. Y, si sabemos tocar algún instrumento musical y nos animamos a cantar —aunque no nos salga muy bien hacer todo junto—, podemos aprovechar que Audacity nos permite grabar diferentes pistas:

1) Pulsá el botón Grabar y tocá con tu instrumento el acompañamiento completo de la canción. Pulsá nuevamente para terminar.
2) Al volver a presionar el botón Grabar, oirás la pista anterior y podrás cantar sobre ella, grabando tu voz en una nueva pista.

Una recomendación: para que la primera pista no se vuelva a grabar junto con la voz, conviene realizar las grabaciones utilizando auriculares.
Camión pequeño con grandes parlantes y ricamente adornado en la India.
Bernard Gagnon/Wikimedia Commons



En pleno siglo XXI, continuamente se reeditan las discusiones en torno a la naturaleza y los alcances de los derechos de autor en internet (y fuera de ella). Sin embargo, y mientras continúan la reflexión y el debate, podemos aprovechar las alternativas y opciones disponibles a nuestra mano… y oídos.

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