Entre la vida y la muerte: crónica desde una ambulancia del SAME
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Emergencias en Buenos Aires.Clarín acompañó a expertos, desde que recibieron llamadas hasta que resolvieron los casos. Se superponen choques, desmayos o heridos con armas. “Uno es una máquina de decidir”, dice el director, Alberto Crescenti.
"SAME, buenos días". Cada hora, los operadores del Sistema de Atención Médica de Emergencias de la Ciudad reciben 100 llamados. Cada uno activa un trabajo en equipo en que cada segundo cuenta.
Todo comienza en el Centro de Operaciones de Monasterio y Amancio Alcorta, en Parque Patricios. Allí trabajan 200 de los 1.000 empleados del SAME. Repartidos en cuatro turnos de seis horas, ellos son los responsables de recibir los llamados, evaluar los casos, decidir si ameritan mandar ambulancias, despacharlas y definir a qué hospital llevar al paciente. Todos están en una sala dominada por un reloj y tres pantallas. En éstas se pueden ver en vivo las imágenes de alguna de las 2.500 cámaras que hay en la Ciudad, para supervisar lo que pasa en el lugar de la emergencia.
Son las 10.50 de un día de semana. Una operadora atiende el teléfono. En su computadora aparece la dirección exacta del llamado, una escuela del sur porteño. Le cuentan que hay una docente con una crisis de nervios. La telefonista hace una primera evaluación y decide pasarle la comunicación a la médica reguladora. Ella indaga más y se entera de que la paciente tiene antecedentes de depresión. Entonces, le pide a uno de los cinco grupos despachadores de ambulancias que envíe a una de las dos preparadas para emergencias psiquiátricas. El regulador también salva vidas. Por ejemplo, dando instrucciones a distancia para que alguien le haga masaje cardíaco a un paciente.
"El equipo del SAME es muy profesional. Cuando llega a una catástrofe, cada uno sabe cuál es su rol y qué debe hacer", dice la ministra de Salud porteña, Graciela Reybaud.
El servicio cuenta con 130 ambulancias, incluyendo tres unidades neonatológicas, repartidas en 17 bases. También hay 30 móviles de apoyo, entre ellos, uno que permite llevar al Equipo de Coordinación Unificada de Emergencias Sanitarias al lugar del conflicto, otro con equipamiento para catástrofes o un trailer para montar un hospital de campaña en segundos. Y está el SAME 1, la camioneta asignada al director del servicio, Alberto Crescenti, quien lleva a Clarín a recorrer la Ciudad para mostrar cómo se atiende una emergencia.
A las 12.30, por la radio anuncian que un hombre se cayó en un café de Callao y Lavalle. El SAME 1 circula por avenida Entre Ríos y Crescenti enciende la sirena. El chofer José María Pini acelera y va gambeteando el tránsito de Callao con maestría. Algunos automovilistas se hacen a un lado, a otros hay que apartarlos a sirenazo limpio. Pini hace diez cuadras en dos minutos. Ya hay una ambulancia en el lugar y una médica informa: "El herido se fue por sus propios medios antes de que llegáramos". Crescenti niega con la cabeza: "La gente no entiende que no debe llamar una ambulancia por procesos banales, que pueden resolverse yendo a un hospital por cuenta propia. Las ambulancias son para casos donde la vida corre peligro", explica.
A las 12.52, reportan que una mujer perdió el conocimiento en Florida al 600. "Un desmayo siempre es un código rojo –señala el emergentólogo–. Puede ser un ACV o un infarto". En ese instante, anuncian un choque entre un taxi y una moto en San Juan y Perú. El móvil está en Lima y Perón y la sirena se vuelve a encender. Cinco minutos después, está en el lugar. Es otro caso sencillo: el motociclista está bien y rechaza la ayuda.
"La mayoría de los llamados son por choques y atropellamientos, heridos de arma blanca, intoxicaciones medicamentosas. Muchos siniestros viales ocurren porque la gente camina o conduce pasando mensajes por celular", advierte Crescenti. Después están las catástrofes, como las explosiones de la Embajada de Israel y de la AMIA, Cromañón, la tragedia de Once y el incendio de Iron Mountain, en Barracas. "En Once evacuamos a mil personas en 45 minutos –dice Crescenti–. Uno es una máquina de tomar decisiones, algunas difíciles. En el triage, debemos determinar quién está en peligro inminente y quién se puede salvar".
Son las 13.58 y anuncian que una moto atropelló a una ciclista en 9 de Julio y Arenales. Cuando llega el SAME 1, ya hay una ambulancia: es la que lleva a la mujer desmayada en calle Florida, que paró para ayudar. Crescenti toma la posta y compensa a la herida, una mujer de 30 años con dolor en una pierna. El doctor le pone un collar cervical y, mientras, arriba la otra ambulancia. "Probablemente tenga el peroné quebrado", le indica Crescenti a una médica. Juntos, sujetan a la paciente a una tabla, para inmovilizarla y poder apoyarla en la camilla para trasladarla al Ramos Mejía.
En la radio se cruzan alertas por más desmayos, una indigente con trabajo de parto y un herido por la explosión de una garrafa. "Hoy es un día tranquilo", dice Crescenti. Y despide a Clarín con una recomendación: "A las ambulancias hay que llamarlas en caso de emergencia. Y cuando hay una emergencia, primero hay que llamar al 107. Cuanto antes llegue el SAME, más probabilidad hay de salvar una vida".
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