Adiós a la docente María Elena Dappe de Cuenya... Delia Coronel
Con amor y respeto hacia mi querida profesora. Por siempre en la memoria de tus alumnas.
Hace 17 Hs 2
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“En mi pecho, la niña que fui te ha levantado un templo de amor, y en él seguís viviendo. Honor y gratitud a la gran señora María Elena”. Este texto (que parafrasea un párrafo del Himno a Sarmiento), junto a una foto de María Elena Dappe de Cuenya y la imagen de la Escuela Sarmiento, circulaba ayer por Facebook y por Whatsapp entre cientos y cientos de ex alumnas y docentes de ese establecimiento, donde la profesora desplegó su carrera profesional. Allí fue maestra de grado, regente, vicedirectora y directora. En 1988 fue distinguida como Primera Profesora Consulta de la UNT. Su muerte caló hondo en la comunidad sarmientina.
Ella fue, en 1949, una de las creadoras (las otras dos fueron María Elena Saleme y Margarita Sastre de Cabot) de la enseñanza de magisterio (formación docente) como un ciclo superior, pos secundario. Lo hicieron 20 años antes de que en el país se instituyera la formación de docentes dentro del nivel de enseñanza superior. También participó del establecimiento de una estructura articulada de primaria y secundaria con seis años para cada ciclo en 1959, estructura que fue adoptada en el país hace 11 años.
“Cuando enseñaba, el libro era ella”, recordó su discípula y colega Marta Tuzza, ex directora de la Escuela Sarmiento y actual secretaria académica de la UNT. “Su trayectoria es invalorable, era una maestra en toda la amplitud de la palabra, su forma de darnos educación ha quedado grabada en quienes hemos sido alumnas, colegas, y de alguna manera heredera, porque me tocó la gran responsabilidad de dirigir la escuela Sarmiento. Ella hacía parecer que todo era fácil...”, destacó Tuzza.
Quienes estudiaron en la Sarmiento recuerdan su figura incansable, recorriendo aulas, andando por los pasillos, siempre atenta a lo que las alumnas necesitaran, y llamándolas a todas “chiquita”.
“Nos trataba como si fuéramos hijas, siempre estuvo al tanto de la situación de cada una. Me sentí muy contenida y querida”, evocó Eugenia Padilla. “Cuando entré en la escuela (5° grado) ella era la directora. Lo primero que me llamó la atención era la impronta de libertad que ella daba, las puertas de su oficina abiertas de par en par hacia el patio, cualquiera se acercaba y podía hablar con ella. Éramos importantes, nos escuchaba”, rememoró Marisa Espeche. “Fue una grande”, definió, por su parte, Rosa Paz. “Recuerdo su abrazo mullido y su ternura”, resumió Ada Alicia Mendoza.
Ella fue, en 1949, una de las creadoras (las otras dos fueron María Elena Saleme y Margarita Sastre de Cabot) de la enseñanza de magisterio (formación docente) como un ciclo superior, pos secundario. Lo hicieron 20 años antes de que en el país se instituyera la formación de docentes dentro del nivel de enseñanza superior. También participó del establecimiento de una estructura articulada de primaria y secundaria con seis años para cada ciclo en 1959, estructura que fue adoptada en el país hace 11 años.
“Cuando enseñaba, el libro era ella”, recordó su discípula y colega Marta Tuzza, ex directora de la Escuela Sarmiento y actual secretaria académica de la UNT. “Su trayectoria es invalorable, era una maestra en toda la amplitud de la palabra, su forma de darnos educación ha quedado grabada en quienes hemos sido alumnas, colegas, y de alguna manera heredera, porque me tocó la gran responsabilidad de dirigir la escuela Sarmiento. Ella hacía parecer que todo era fácil...”, destacó Tuzza.
Quienes estudiaron en la Sarmiento recuerdan su figura incansable, recorriendo aulas, andando por los pasillos, siempre atenta a lo que las alumnas necesitaran, y llamándolas a todas “chiquita”.
“Nos trataba como si fuéramos hijas, siempre estuvo al tanto de la situación de cada una. Me sentí muy contenida y querida”, evocó Eugenia Padilla. “Cuando entré en la escuela (5° grado) ella era la directora. Lo primero que me llamó la atención era la impronta de libertad que ella daba, las puertas de su oficina abiertas de par en par hacia el patio, cualquiera se acercaba y podía hablar con ella. Éramos importantes, nos escuchaba”, rememoró Marisa Espeche. “Fue una grande”, definió, por su parte, Rosa Paz. “Recuerdo su abrazo mullido y su ternura”, resumió Ada Alicia Mendoza.
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