Preocupa el aumento de las adicciones y suicidios

Es sinónimo de destrucción, de muerte. Circula por los ámbitos más insospechados y si bien no reconoce edades, sus víctimas preferidas son los adolescentes y jóvenes. Los más afectados son aquellos que viven en zonas muy pobres o marginales porque generalmente, no tienen acceso a ninguna cobertura de salud. En la última década, la droga se ha convertido en una enemiga de la sociedad.

En nuestra edición de ayer, dedicamos un amplio espacio a la preocupación en el ámbito hospitalario de Concepción por el incremento de casos de suicidio y de autogresión, así como de las adicciones. Mediante encuestas efectuadas en la comunidad y en las escuelas, la delegación Sur del Colegio de Psicólogos de Tucumán averiguó que el consumo de sustancias ilegales y las autolesiones eran los temas que más preocupaban a la comunidad. Una dirigente de esa entidad manifestó que en las últimas semanas se detectaron varios casos. “Vimos que la población en general tiene pocas herramientas a las cuales acudir para enfrentar estos hechos. Se necesita un trabajo interinstitucional urgente. Es fundamental que cada escuela pueda generar espacios en los que el adolescente hable. Este es el mejor lugar para la prevención”, dijo.

El año pasado, el hospital “Miguel Belascuain” incorporó el Protocolo de Atención al Paciente con Intento Suicida para hacer frente a la creciente demanda de atención, sin embargo, no cuenta con el personal necesario, como tampoco cuenta con un servicio específico para atención de las adicciones. El jefe de emergencias señaló que el nosocomio carece guardia psiquiátrica, de manera que el paciente que llega con una autolesión se lo interna hasta que se hace una interconsulta con el servicio de salud mental del hospital. Si se trata de un caso muy grave, se lo puede derivar a las guardias psiquiátricas de la capital. La directora del nosocomio señaló que es muy difícil conseguir psiquiatras en Concepción.

Como sucede en varios barrios de San Miguel de Tucumán, en La Perla del Sur, hay madres desesperadas por hijos que han muerto o están casi destruidos por el consumo de droga. En Monte Redondo, a cinco kilómetros de Aguilares, funciona la Fazenda de la Esperanza, un centro de rehabilitación que es apoyado por la Diócesis de Concepción, pero sólo tiene capacidad para asistir a 35 personas, no hay otro lugar similar en el sur de la provincia. “Deambulamos por muchos lugares para buscar ayuda. En este barrio, venden marihuana y pasta base como caramelos, en todas las esquinas. Salir de las adicciones es muy difícil. Y el camino que eligen algunos de estos chicos es horrible porque se están muriendo”, dice una madre.

La falta de psiquiatras está desnudando la mala distribución de médicos en la provincia. ¿Qué responsabilidad les cabe al Siprosa o al Ministerio de Salud? ¿Por qué en más de diez años sigue habiendo muy pocos centros de rehabilitación para adictos en la provincia? ¿Por qué no se ha diseñado aún una política integral para combatir la drogadicción que integre salud, educación, deporte, seguridad, contención social? Si hasta ahora se ha fracasado en la lucha contra el narcotráfico y en el avance de las adicciones, las autoridades deberían preguntarse por qué. ¿Cuánto tiempo más los hospitales del interior de la provincia seguirán sin el personal necesario para atender las necesidades de la gente?

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