TODOVIAJES 6 museos imperdibles de Europa
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Turismo cultural
Del Prado al Louvre, del Rijksmuseum al Hermitage y de la Galería Uffizi a la National Gallery, un recorrido por seis museos que no podés dejar de visitar si viajás a Europa.
Los primeros museos de la historia, que podían ser de arte u otras temáticas, eran templos. Sitios sagrados, donde habitaban las musas que, además, eran custodias de la memoria. Aquí, una lista de seis museos europeos que no pueden dejar de verse. Son los clásicos. No sólo porque albergan las mejores colecciones de arte del mundo, sino porque además son íconos que no prescriben de cada una de las ciudades: Amsterdam, San Petersburgo, París, Florencia, Londres y Madrid. Y como el tiempo tiene sus bordes y sus límites, un dato: elegir antes de entrar, saber qué hay dentro de cada museo y qué se quiere ver, para no deambular por salas, pasillos y corredores. A la salida, nada será igual. Un museo cambia la percepción de las formas, del color, de la textura, del tamaño de una tela.
1. Rijksmuseum (Amsterdam, Holanda). Tiene casi todo: arquitectura, entorno y una de las colecciones de arte más importantes de Europa. El edificio de ladrillos rojos, una obra de P.J.H. Cuypers, domina el paisaje del Barrio de los Museos y alberga las mejores pinturas de Rembrandt, como “La ronda nocturna” (1642) y “La novia judía” (1661). En 2013 terminó la remodelación del Rijksmuseum, para la que se invirtieron varios años durante los que estuvo cerrado y 200.000 millones de euros. Se creó una nueva zona de ingreso, más salas de exposiciones y se restauraron murales. La lista de las obras imperdibles es extensa, pero vale la pena nombrar a Jan Vermeer, de quien se puede ver la extraordinaria pintura “La lechera” y, de Hendrik Avercamp, “Juegos de invierno”. Para empalagarse de arte, Durero, Van Gogh, Goya, Monet, y Rubens, entre muchos otros. No se pierda el jardín, el café y la tienda del museo, de donde es imposible salir sin una postal, una reproducción o una cerámica.
2. Museo Hermitage (San Pertersburgo, Rusia). Ante todo: el Hermitage es inabarcable. No es sólo un museo; es un mundo. Quizá convenga, catálogo en mano, hacer una selección de lo que se quiere ver o consultar por una visita guiada, porque entre las obras se puede elegir desde Leonardo Da Vinci hasta Henri Matisse; desde el pasado más remoto hasta el siglo XX. Cerca del río Neva y la Plaza del Palacio, el Hermitage no es una sola construcción: son cinco, y ocupa el Palacio de Invierno, el Teatro de Hermitage, el Hermitage Pequeño, el Viejo y el Nuevo Hermitage. La historia la inició Pedro el Grande, con la compra de algunas obras de arte, entre las que había un Rembrandt, aunque la inauguración oficial del museo fue en 1764, con 225 pinturas que un comerciante alemán le regaló a Catalina II. Para cuando terminaba su reinado, tenía más de 3000 cuadros. Cada año, unos 2 millones y medio de personas asisten al Hermitage. Los clásicos españoles están en salas enormes e hiperdecoradas, una exposición que está considerada entre las mejores fuera de España. También hay espacios dedicados a los pintores flamencos y holandeses del siglo XVII, a los maestros italianos, al arte de Francia (siglos XV al XVIII) y una treintena de obras de Picasso. El Hermitage es, sin dudas, un mundo. Un bello mundo de arte.
3. Museo Louvre (París, Francia). Quizá el Louvre sea uno de los museos más intimidantes del mundo. No sólo es el más grande París sino que, además, como fue construido como palacio, tiene la solemnidad de la monarquía. Por eso es necesario armarse un recorrido, una guía, para que la visita no sea un deambular eterno por pasillos, corredores y salas. La pintura está, en gran parte, en el segundo piso. Se se ingresó por la Pirámide, la entrada principal que se corresponde con el hall Napoleón, donde está una de las primeras joyas para ver del museo, la Victoria de Samotracia. Arbitrariamente, y una que un día en el Louvre no es suficiente, aquí van algunas obras recomendadas: La Gioconda (Leonardo Da Vinci), en el primer piso del Ala Denon; La balsa de la Medusa (Théodore Géricault), también el en el primer piso del área Denon; La encajera (Johannes Vermeer), en el segundo piso del Ala Richelieu; El tramposo (Georges de La Tour), en el área de pintores franceses del Ala Sully; Afrodita o Venus de Milo y el Escriba sentado, ambas esculturas en la planta baja del área Sully. Otras recomendaciones: el circuito arqueológico y de arte antiguo.
4. Galería Uffizi (Florencia, Italia). Una obra del célebre arquitecto Vasari, este palacio se construyó a fines del siglo XVI para ser utilizado como oficina de la administración de la Toscana, pero con el tiempo se comenzó a usar para exponer la colección de arte de la familia Medici. Es una de las galerías de arte más antiguas del mundo. Desde la fachada hasta la terraza del café -desde donde se ve el mar de techos rojos de Florencia- los Uffizi es única. Desde las escaleras hasta los techos decorados, todo es para admirar. Los corredores y las salas son amplios y las obras de arte florentinas están en orden cronológico: desde el gótico hasta el Renacimiento. Una somera lista de los imperdibles incluye: “El duque y la duquesa de Urbino (Piero della Francesca), “El nacimiento de Venus” (Botticelli), “La Sagrada Familia” (Miguel Angel) y la “Venus de Urbino” (Tiziano). Pero quédese al menos medio día, porque hay más, como “La primavera” (Botticelli) y “La anunciación”, de Leornardo Da Vinci.
5. National Gallery (Londres, Gran Bretaña). En un edificio de estilo neoclásico, sobre el lado norte de Trafalgar Square, se trata de un museo de pintura único, entre otras razones porque expone la totalidad de las obras que posee: se puede hacer un recorrido muy completo por la historia del arte europeo de los siglos XIII al XIX, más de 2300 obras que justifican dedicarle unas cuantas horas. La muestra de pintura italiana de la Edad Media al Renacimiento, por ejemplo, incluye obras maestras como “La Virgen de las Rocas” (Da Vinci) y “Venus y Marte” (Botticelli). En la lista de las 30 obras recomendadas por la propia National Gallery, están Van Eyck, Rafael, Caravaggio,Vermeer, Rubens. Rembrandt, Van Gogh, entre otros grandes nombres del arte. Como casi todos los museos del mundo, tiene tres tiendas bien surtidas en libros de arte y para niños, pequeños objetos y juguetes, postales, carteles, remeras y joyas.
6. Museo del Prado (Madrid, España). Sólo por este museo habría que viajar a Madrid. El edificio que alberga una de las mejores colecciones de arte del mundo fue diseñado por el arquitecto Juan de Villanueva en 1785, por orden de Carlos III. El actual museo abrió en 1819, con un doble propósito: mostrar las obras propiedad de la corona y descubrir a Europa la existencia de una escuela española poderosa. La valiosa Colección Real, origen de los fondos del actual Museo del Prado, comenzó a desarrollarse en el siglo XVI, con Carlos V en el poder, y continuó enriqueciéndose con las sucesivas monarquías. Por la calidad y cantidad de las obras, este museo propone a sus visitantes tres variantes, según el tiempo del que se disponga: una, dos o tres horas. Y, no importa cuál sea el recorrido dentro del Prado, las obras que no pueden dejar de verse son La Anunciación (Fra Angélico), El Lavatorio (Tintoretto), El Descendimiento (Roger van der Weyden), El jardín de las delicias (El Bosco), Las tres Gracias (Rubens) y obras icónicas de la escuela española como Las meninas (Velázquez) y Los fusilamientos, de Francisco de Goya.
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