Alejandro Sanz: La hora de la madurez
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Entrevista.Antes de lanzar su nuevo álbum, el cantautor habló con Clarín de su paternidad, de su obsesión por el trabajo y de su compromiso ecológico.
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"Por supuesto que voy a pasar por Argentina", promete Alejandro Sanz. Y deja contentos a miles de fans que se quedaron con ganas de verlo este año en Villa María, Córdoba. El cantautor madrileño suspendió su show en el Festival de Peñas por una fractura pélvica.
"Por suerte la gente entendió y me mandó mensajes de apoyo por las redes. Me dio mucha rabia porque llevaba mucho sin ir”, explica quien pisó por última vez la Argentina en 2013.
El lunes, Sanz lanzará su nuevo disco Sirope, cuyo primer single, Un zombie a la intemperie, debutó como número uno de ITunes en España y en 14 países de Latinoamérica. Nada extraño para este creador incansable de hits radiales que vendió más de 23 millones de copias en todo el mundo, y es el español con más premios Grammy en su haber (tres americanos y 16 latinos).
Sirope, su onceavo disco de estudio, fue grabado en soledad durante ocho meses. "Ha sido un trabajo de auténtico puntillismo, mezclando cada detalle de sonido para que estuviera en plano. Y luego, vigilar que no te lo estropeen, porque cada uno que mete mano quiere cambiar cosas", confiesa.
¿Siempre fuiste tan quisquilloso a la hora de componer?
Sí. ¡Soy un auténtico coñazo!, como decimos acá. La verdad es que trabajamos muy a gusto con Sebastián, porque tiene mucho aguante. Yo me puedo pasar 14, 16 horas en el estudio de grabación y en la hora 16 decirle que sólo quedan seis o siete cositas. Y me miran como diciendo, 'este tipo está loco'. Y luego me gusta trabajar y grabar mucho tiempo solo, tener la libertad de hacer lo que se me dé la gana, sin nadie que me prejuzgue.
Se dice que trabajás siempre de noche. ¿Elegís ese momento del día o los compromisos familiares no te dejan otra opción?
Yo no me veo cantando a las nueve de la mañana, la verdad. Yo no sé si es un estereotipo de los músicos, pero no me sale ponerme a cantar ni a componer a las ocho de la mañana. No sé, mis emociones empiezan a afectarse después de la comida, por la tarde. Pero sobretodo es que por la noche no existen los ruidos: los teléfonos se callan, los niños se han dormido, nadie entra al estudio. Esas son las mejores horas para poder trabajar a gusto.
Como en muchas de tus canciones, la temática sigue siendo el amor, pero ya más maduro que en tus primeros discos. Siendo padre, ¿hablás del amor desde otro lugar?
Sí, definitivamente. Pero aparte no le escribo al amor, yo no tengo una canción que se llame Tú, Yo, o Siempre. Lo mío es desde otro punto de vista, y busco la plástica en la lírica, busco que además del contenido, la forma de decir las cosas tenga una belleza por sí sola, que se mueva por dentro.
Entonces, ¿a qué le cantás?
A mi me gusta pensar que trabajo más sobre las emociones que sobre el amor en concreto, me parece que es simplificar mucho decir que hablo sobre el amor. Por ejemplo, Un zombie a la intemperie habla de cómo los seres humanos tendemos a la peste, aún en la felicidad. Pensamos que la felicidad es mucho menos que la libertad. Entonces siempre que tenemos felicidad buscamos la libertad, porque parece que acomodarnos a la felicidad es perder la libertad. A mi me parece muy gráfico describir a alguien que se encuentra en esa dicotomía como un “zombie a la intemperie”. Porque es como un tipo totalmente desorientado y pasando mucho frío en la calle.
¿Y le das lugar a lo autobiográfico en las letras?
Sí, siempre tiene que haber algo. Es imposible escribir y abstraerte absolutamente de tu vida. En todos los artistas, sobretodo en los que tienen muchos años de carrera, notas las diferentes etapas y lo que les está ocurriendo dentro, sólo fijándote en la paleta de colores que usan. Y siempre hay algo de pudor, porque es una forma de desnudar tu alma y de exponerte de alguna manera. Entonces tienes que encontrar el equilibrio entre lo que quieres entregar y lo que no quieres entregar.
Uno de los temas nuevos es "Capitán Tapón", dedicado a tu hijo Dylan.
Sí. Lo que quería decir en esa canción no sé si se entiende muy bien fuera de España. Es un niño de tres años que es como un tapón de tamaño, pero tiene toda la actitud de un capitán. El tipo se ha convertido en el dueño de la casa y manda. Me hace mucha gracia porque se cree que es el jefe. Cuando ya había escrito la canción, que el tipo ya me había quitado mi sitio favorito, y me quitó el partido para ver Bob Esponja, cuando llegó el estudio y le dije que hablara, ya me empezó a mandar de nuevo, así que no mentí en absoluto en la letra. Y yo estoy convencido de que cuando tenga 30, 35 años, le va a encantar la canción. Pero también sé que cuando tenga 14, 15 la va a odiar a muerte. Entonces es secuestrar el destino, y le meto en la canción para que después no me pueda reclamar nada.
De ahí el “Vive un tipo que me manda" y el “Me da un beso y me gana”.
Eso está claro.
Hablás de un amor distinto ahí, con el “Qué sabes tú lo que es amor” del estribillo.
Exacto. Es que cuando tienes un hijo, se abre una puerta realmente de las más grandes que vas a vivir en tu corazón.
Y tenés tres más. ¿Cómo hacés para darte tiempo con ellos?
Bueno, afortunadamente, tengo estudio de grabación en mi casa y me la paso ahí con ellos. Y ahora que vamos a empezar la gira, pues tenemos que ver la fórmula para poder viajar juntos en algunos casos o pasar el menor tiempo posible fuera de cosa.
Hablemos de “No madura el coco”, que parece remitir al presidente Maduro. ¿Cómo es tu relación con Venezuela?
Mi relación con Venezuela es muy buena. Mi relación con algunas personas de Venezuela no es tan buena.
¿Por qué?
Lo que pasa es que no hay nada mejor en la vida que viajar y leer. Son las dos cosas que te ponen en perspectiva de las cosas que pasan afuera. Y cuando hay una injusticia en un Caribe tan grande, o una intransigencia tan grande en un sitio, da mucha pena. Yo he estado en muchos países y se ha visto mucha corrupción. Ahora mismo en España se están descubriendo muchos casos. Pero cuando ya no se trata de que haya corrupción, sino de que el pueblo pasa hambre, cuando hay 25 mil personas muertos por armas de fuego, creo que algo pasa. Cuando los políticos de la oposición están en la cárcel... Oye, yo considero que todas las ideologías tienen cabida en una democracia. En mi país ha sido tan importante la izquierda como, en algunos casos, la derecha. Y no seré yo sospechoso de ser ningún facha. A mí me parece que tienen que convivir las ideas. Lo que no puede ser es que te subas al poder y te quedes ahí para toda la puta vida. En algún momento te tienes que bajar y dejar a los demás que manejen un país que está desbandado. En fin, no quiero politizar la salida del disco. De hecho, es una canción que en la letra no habla absolutamente nada de política. El resto de la canción habla del país y de cómo la Tierra sufre la ignorancia del ser humano.
Sirope, el nuevo disco
"Una especie de jarabe de músicas", describe Sanz a su nuevo disco. Una frase que hoy suena más premonitoria ya develado el título del álbum, un sinónimo de almíbar que remite a jarabe. Y no se equivoca en definirlo como una mixtura de sonidos. "Yo intenté dejar salir todos los estilos musicales que me han sido afines de algún modo", explica. Sanz abre Sirope (Universal)con una base funky y algo de rapeo en A mi no me importa. Hace sonar unas trompetas mariachis en A que no me dejas y deja ver al Sanz más auténtico aunque más orquestal en Un zombie a la intemperie y Pero tú, con arreglos de violines.
"Diseñé todas las bases del disco: las baterías, las guitarras, los pianos. Y después, los últimos cuatro meses me puse a grabar los arreglos con Sebastian Krys", cuenta. En esa etapa final, Sanz convocó a David Campbell para los arreglos de guitarra. Padre del músico Beck, es uno de los arregladores más prestigiosos de la industria, colaborador en muchos discos de oro y platino de artistas de la talla de Muse, Adele, Justin Timberlake y Beyoncé, entre otros.
Greenpeace, Obama y su lucha ecológica
Alejandro Sanz es uno de los embajadores de la organización Greenpeace que lucha por la protección del Ártico, un territorio que en los últimos treinta años ha perdido las tres cuartas partes de su hielo producto del furioso cambio climático.
Greenpeace España organizó un viaje al Artico para conseguir que lo nombraran santuario protegido, algo que ya se logró con la Antártida en 1991. Sanz fue parte de esa expedición y relató la experiencia. "Estuvimos viendo ‘in situ' los efectos del cambio climático. Nos explicaron cómo iban desapareciendo los glaciares. Se podía ver en el frente polar la tierra por debajo, una catástrofe", contó.
Luego explicó cómo logró el apoyo del presidente norteamericano Barack Obama. "Estuvimos en la Casa Blanca para hacernos una foto con Obama. Cuando me tocó el turno, le di una carta que era una declaración por el Artico de parte de Greenpeace. Al poco tiempo me contestó con una carta en la que adhería a casi todos los puntos. Le pedimos permiso para publicarla y así lo hicimos. Lo importante es que se consiguieron más de 5 millones de firmas para que se declarara santuario al Artico, y parece que ya están incluyéndolo dentro de la agenda de Naciones Unidas. Así que en algún momento va a ser declarado santuario protegido. El problema es cuánto van a tardar, porque para la Antártida les llevó una década. Y la Antártida no tiene el problema de territorialidad que tiene el Ártico, que pertenece a cuatro o cinco países. Es complicado pero hay que dar la batalla. Si no lo hacemos, ¿qué planeta le vamos a dejar a nuestros hijos?"
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