La Feria del Libro se empobrece

Su 41° edición no tiene mayores sorpresas con respecto a lo que viene sucediendo en los últimos años. Algunos visitantes interesantes este año (John Banville, Arturo Pérez-Reverte y Javier Cercas, entre otros), y no muchos más. El resto es para la oferta de los mismos libros que se pueden encontrar en cualquier librería bien surtida no solamente de Buenos Aires sino también de una ciudad más o menos importante de provincias.

NO MUY DISTINTA QUE CUALQUIER LIBRERÍA BIEN PROVISTA. La que supo ser la “feria internacional” ha dejado de serlo. Los vericuetos para la importación han reducido casi a cero el cosmopolitismo que supo tener. dyn

Por Jaime Correas - Para LA GACETA - Buenos Aires
Antes, quienes veníamos del Interior, además de la presencia de personalidades sobresalientes del mundillo literario internacional, nos encontrábamos con libros que eran de difícil acceso, con algunas novedades editoriales desconocidas que venían del exterior y daban un aire de cosmopolitismo a la exposición. Esta es una situación que los vericuetos de la importación han reducido casi a cero. La que supo ser “feria internacional” ha dejado de serlo, salvo por algún stand como el de Waldhuter (tal vez el mejor de la feria) que presenta editoriales españolas y latinoamericanas con libros notables.

Y ahí quizás empieza otro tema interesante porque es indudable que la Feria del Libro es un imán masivo extraordinario de cultura donde pasan cientos de miles de lectores que entran en contacto con las obras y se vuelcan a la lectura. Un tema para reflexionar es por qué de forma creciente la librería tradicional parece haberse transformado en un templo para iniciados que inhibe al público masivo, lo expulsa, lo deja fuera.

Es para analizar el fenómeno de cuál es la razón por la que ese ámbito abierto de la feria, donde tantos van por el libro como un objeto apetecible, no traslada el interés de ese público numeroso y entusiasta a las librerías. Mientras en el predio de Palermo se compran libros sin mayores sofocones y vergüenzas, las librerías parecen ser cada día más sitios que intimidan a muchos y son sólo aptos para unos pocos. El público masivo no se le anima a la librería, lo cual agudiza aún más la crisis del libro impreso. Sin embargo, la gran presencia de lectores en la feria debería hacer pensar en estrategias para seducir a esos buscadores de obras de todos los géneros a fin de que vayan a las librerías, que suelen estar semi vacías.

Una especial atención deberían prestar las provincias a los stands donde exhiben sus producciones. Están desmembrados del resto de la exposición, como un apéndice, y además en el mismo ámbito se organizan espectáculos musicales en vivo que impiden escuchar las conferencias y presentaciones de libros. Lo reprochable es que son las mismas provincias las encargadas de alentar esos números que deberían desarrollarse en otros lugares más apropiados.

La Feria del Libro de Buenos Aires quizás no puede ser muy distinta de lo que es, pero es preocupante que transita un empobrecimiento creciente de la oferta de libros en los últimos años.

© LA GACETA

Jaime Correas - Periodista y escritor. Ex director del diario Uno de Mendoza.

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