Habla 11 idiomas y sufre el síndrome de la genialidad


Fenómenos.El británico Daniel Tammet memoriza interminables secuencias de números. Pero no todo es récord en su vida. Padece un trastorno mental que explica su singular talento. Y no puede hacer amigos.
Lo que muchos desearían como regalo de cumpleaños (tener un cerebro fabuloso, capaz de hacer cálculos complejos y con capacidad para aprender más de 10 idiomas) puede resultar una cruz. ¿Cuál es el problema? Por lo general, el talento de aprender sin límites no va acompañado de la capacidad, por ejemplo, de hacer amigos o, simplemente, de ser igual a todos y no ser visto como un fenómeno. Para la medicina, de hecho, este prodigio está catalogado como síndrome del autista savant, llamado popularmente síndrome del sabio.
Toda Europa habla hoy del matemático Daniel Tammet. Tiene 36 años y acaba de publicar un libro, La poesía de los números, que es un éxito en ventas y, a la vez, una muestra de su percepción del mundo. Para él, los números pueden ocupar un espacio físico y ser (no parecer) colores. Tammet es el mejor ejemplo de que aún se sabe poco sobre el funcionamiento del cerebro. La increíble capacidad mental de este británico tiene un lado B: ya se le diagnosticó epilepsia, sinestesia (una infrecuente capacidad para oír colores, ver sonidos o tener sensaciones gustativas al tocar un objeto), síndrome de Asperger (trastorno del espectro autista que no conlleva dificultades en el lenguaje), además delsíndrome del sabio. Su caso sacude el tablero de la comprensión científica.
¿Es una virtud? “En algunos casos, el conocimiento excesivo sobre una temática, más que una virtud es el síntoma de una anomalía. En pacientes del espectro autista, el manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales considera como criterio diagnóstico clase B a los patrones de comportamiento, intereses y actividades restrictivos, repetitivos y estereotipados. Es decir, una persona (niño o adulto) puede ser experto en la Segunda Guerra Mundial o en trenes, sin propósito o utilidad específica. Es más, en general esto los vuelve monótonos para los demás y eso se transforma en un obstáculo para la sociabilización”, asegura Pablo Richly, jefe de la Clínica de Memoria, del Instituto de Neurología Cognitiva (Ineco).
Cuando era chico, Tammet ya mostraba que era diferente, pero no fue hasta los 25 años –cuando le diagnosticaron síndrome de Asperger– que tuvo certeza de que era capaz de proezas mentales dignas del Guinness. Con su memoria prodigiosa, puede recitar 22.514 decimales del número Pi y aprender, en tiempo récord, 11 idiomas.
En su adolescencia fue examinado por científicos del Centro de Investigación del Cerebro de California, en los Estados Unidos, quienes llegaron a la conclusión de que padecía Síndrome del autismo savant. Su combinación de trastornos llamó la atención y lo llevó a protagonizar el documental El chico del cerebro increíble. La película mostraba un encuentro de Tammet con el más famoso de los autistas savant, el estadounidense Kim Peek, que inspiró el personaje de Raymond Babbitt en la película Rain Man, interpretado por Dustin Hoffman.
En el último capítulo del libro, Tammet teoriza sobre la belleza de los números y concluye que “el mundo necesita artistas”, grupo en el que incluye a los matemáticos, porque cuando uno de ellos “atisba en su despacho algo que hasta la fecha resultaba invisible, está a punto de transformar en luz la oscuridad”, escribe. Su texto es extraño, como su comportamiento. Para los flashes, es el hombre afortunado del cerebro mágico. Para quienes lo rodean en el día a día, es alguien adorable, pero con escasas habilidades para relacionarse. n

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