Se aproxima el final del año y en la oficina aumenta el estrés
Dos especialistas afirman que el cierre de un ciclo dispara la presión laboral. Para combatir este escenario, señalan, es necesario revisar conductas para corregir reacciones.
Cuanto menos tiempo resta para que termine el año, más se siente el cansancio laboral. A un mes y medio del inicio de las vacaciones de verano, el estrés pesa cada día en la oficina, en una etapa en la cual los empleados y las organizaciones empiezan a hacer sus propios balances del año que se va. Así, las tensiones se acumulan: los jefes tratan de cerrar el ejercicio con el mayor nivel de productividad posible; los empleados, en tanto, buscan finalizar el ciclo con objetivos cumplidos y con metas para el año que se avecina. En el medio, el estrés.
La palabra estrés deriva del griego stringere, que significa apretar. Si bien es una respuesta natural y necesaria para la supervivencia, muchas veces se confunde con una patología. La confusión se debe a que este mecanismo de defensa puede derivar en ciertas rutinas o en modos de vida que desencadenan problemas de salud.
Según las expertas Adriana Canga y Lucila Dotto, de la consultora vocacional y empresarial AGC, existen dos tipos de estrés:
• El estrés agudo, que casi siempre se trata de un eustrés, o estrés positivo porque ayuda asumir una responsabilidad durante un período corto de tiempo.
• El estrés crónico, que prácticamente se define como estrés nocivo o distrés, que aparece cuando se produce una sobrecarga de tensión que repercute en el organismo, y que provoca la aparición de enfermedades y de anomalías.
Las especialistas afirman que la tensión, en sí misma, no genera distrés o enfermedad, sino la respuesta humana a este incremento de tensión. “No se trata de los eventos en sí mismos, sino de cómo los atravesamos”, señalan.
Además, sugieren siguiente ejercicio para contrarrestar los efectos del estrés: Evento + Respuesta= Resultado. “Esta fórmula hay que anotarla en el escritorio de la oficina, porque ayuda a que tener presente que no es el evento en sí mismo el que condiciona el resultado, sino la respuesta a ese evento. No es qué nos pasa, sino cómo lo atravesamos”, insisten.
Investigaciones recientes muestran que las personas que presentan altos niveles de estrés y escasa enfermedad asociada se caracterizan por su “audacia psicológica”. Este concepto, remarcan Canga y Dotto, implica que:
• Están comprometidos con diversas facetas de su vida, tanto personal como laboral, y presentan variados intereses.
• Sienten que ejercen control sobre las cosas que les pasan. Son protagonistas de las circunstancias que atraviesan.
• Experimentan las situaciones nuevas como un desafío positivo y una oportunidad de aprendizaje.
Por el contrario, las personas que se enferman de estrés decodifican las situaciones nuevas como un factor de riesgo. “Se perciben aislados, impotentes y viven los cambios como eventos amenazantes. Sin embargo, las novedades e incluso las dificultades y los errores pueden ser una gran oportunidad para ahondar en el interior y para descubrir dones que no sabíamos que existían”, advierten las consultoras.
De este modo, y para enfrentar la tensión es importante trabajar sobre la actitud mental a partir de la cual interpretamos la vida. “Leer las situaciones nuevas como oportunidades de aprendizaje y de crecimiento ayuda a resignificar el accionar humano, y permite no quedar atrapados por las circunstancias”, sugieren.
En el ámbito empresarial, y para cooperar con el manejo de la tensión, las especialistas recomiendan que los directivos intenten propiciar una actitud de apertura y de audacia en su equipo de trabajo. Esta estrategia permitirá un manejo adecuado de la tensión. Para lograrlo, señalan estos consejos:
• Reconocer los aciertos y tomar los errores como oportunidades para crecer como equipo y evitar la búsqueda de culpables o la penalización.
• Generar tareas que propongan desafíos y que tengan en cuenta las distintas capacidades de los miembros del equipo de trabajo.
• Reforzar la idea de que todo cambio está lleno de posibilidades.
• Disminuir el exceso de control y generar un clima laboral de confianza y de motivación.
La palabra estrés deriva del griego stringere, que significa apretar. Si bien es una respuesta natural y necesaria para la supervivencia, muchas veces se confunde con una patología. La confusión se debe a que este mecanismo de defensa puede derivar en ciertas rutinas o en modos de vida que desencadenan problemas de salud.
Según las expertas Adriana Canga y Lucila Dotto, de la consultora vocacional y empresarial AGC, existen dos tipos de estrés:
• El estrés agudo, que casi siempre se trata de un eustrés, o estrés positivo porque ayuda asumir una responsabilidad durante un período corto de tiempo.
• El estrés crónico, que prácticamente se define como estrés nocivo o distrés, que aparece cuando se produce una sobrecarga de tensión que repercute en el organismo, y que provoca la aparición de enfermedades y de anomalías.
Las especialistas afirman que la tensión, en sí misma, no genera distrés o enfermedad, sino la respuesta humana a este incremento de tensión. “No se trata de los eventos en sí mismos, sino de cómo los atravesamos”, señalan.
Además, sugieren siguiente ejercicio para contrarrestar los efectos del estrés: Evento + Respuesta= Resultado. “Esta fórmula hay que anotarla en el escritorio de la oficina, porque ayuda a que tener presente que no es el evento en sí mismo el que condiciona el resultado, sino la respuesta a ese evento. No es qué nos pasa, sino cómo lo atravesamos”, insisten.
Investigaciones recientes muestran que las personas que presentan altos niveles de estrés y escasa enfermedad asociada se caracterizan por su “audacia psicológica”. Este concepto, remarcan Canga y Dotto, implica que:
• Están comprometidos con diversas facetas de su vida, tanto personal como laboral, y presentan variados intereses.
• Sienten que ejercen control sobre las cosas que les pasan. Son protagonistas de las circunstancias que atraviesan.
• Experimentan las situaciones nuevas como un desafío positivo y una oportunidad de aprendizaje.
Por el contrario, las personas que se enferman de estrés decodifican las situaciones nuevas como un factor de riesgo. “Se perciben aislados, impotentes y viven los cambios como eventos amenazantes. Sin embargo, las novedades e incluso las dificultades y los errores pueden ser una gran oportunidad para ahondar en el interior y para descubrir dones que no sabíamos que existían”, advierten las consultoras.
De este modo, y para enfrentar la tensión es importante trabajar sobre la actitud mental a partir de la cual interpretamos la vida. “Leer las situaciones nuevas como oportunidades de aprendizaje y de crecimiento ayuda a resignificar el accionar humano, y permite no quedar atrapados por las circunstancias”, sugieren.
En el ámbito empresarial, y para cooperar con el manejo de la tensión, las especialistas recomiendan que los directivos intenten propiciar una actitud de apertura y de audacia en su equipo de trabajo. Esta estrategia permitirá un manejo adecuado de la tensión. Para lograrlo, señalan estos consejos:
• Reconocer los aciertos y tomar los errores como oportunidades para crecer como equipo y evitar la búsqueda de culpables o la penalización.
• Generar tareas que propongan desafíos y que tengan en cuenta las distintas capacidades de los miembros del equipo de trabajo.
• Reforzar la idea de que todo cambio está lleno de posibilidades.
• Disminuir el exceso de control y generar un clima laboral de confianza y de motivación.
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