El libro de culto de Maitena que vendió poco y todavía busca sus lectores
Editado el año pasado, Lo peor de Maitena recopila las historietas eróticas que la humorista gráfica concibió entre 1986 y 1990 y que se publicaron en las revistas Sexo Humor y Fierro
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Loreley Gaffoglio
LA NACION
MIÉRCOLES 04 DE MAYO DE 2016 • 21:37
165
Antes del humor, de la observación punzante y despiadada del complejo mundo femenino, hubo otra cosa. Otro registro. Otro tipo de ocurrencia aún más desprejuiciada e inquietante en la inventiva de Maitena. Era una mirada fisgona en las fantasías eróticas. El deseo y el sexo sin pudores traslados al papel: el dibujo virtuoso en blanco y negro (muchas veces abocetado), en formato de cómic y hasta de novela gráfica.
Aquellas historietas secretas publicadas en Sexo Humor, "la hermana guarra de la revista Humor" y en Fierro, la publicación de culto que aglutinaba a los mejores dibujantes rioplatenses, fueron concebidas en las madrugadas silenciosas de entre 1986 y 1990.
Maitena tenía veintipico, dos hijos, muchas cuentas que pagar y al menos dos trabajos oficiales como dibujante. De la ilustración de manuales escolares con las representaciones de San Martín y Belgrano pasaba, en esas largas noches, a darle vida a Coramina y a La Fiera, sus primeros personajes publicados en las revistas de Ediciones de La Urraca. Entonces, había mucho esfuerzo y dedicación pero una paga exigua.
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Loreley Gaffoglio
MIÉRCOLES 04 DE MAYO DE 2016 • 21:37
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Antes del humor, de la observación punzante y despiadada del complejo mundo femenino, hubo otra cosa. Otro registro. Otro tipo de ocurrencia aún más desprejuiciada e inquietante en la inventiva de Maitena. Era una mirada fisgona en las fantasías eróticas. El deseo y el sexo sin pudores traslados al papel: el dibujo virtuoso en blanco y negro (muchas veces abocetado), en formato de cómic y hasta de novela gráfica.
Aquellas historietas secretas publicadas en Sexo Humor, "la hermana guarra de la revista Humor" y en Fierro, la publicación de culto que aglutinaba a los mejores dibujantes rioplatenses, fueron concebidas en las madrugadas silenciosas de entre 1986 y 1990.
Maitena tenía veintipico, dos hijos, muchas cuentas que pagar y al menos dos trabajos oficiales como dibujante. De la ilustración de manuales escolares con las representaciones de San Martín y Belgrano pasaba, en esas largas noches, a darle vida a Coramina y a La Fiera, sus primeros personajes publicados en las revistas de Ediciones de La Urraca. Entonces, había mucho esfuerzo y dedicación pero una paga exigua.
Chicas hot
Coramina era "una rubia linda y sensual a la que le pasaban todas las cosas que yo quería que a mí me pasaran", cuenta la humorista gráfica (si a Maitena le cabe solo una etiqueta). Aquel cómic se desplegaba en varias páginas "con encuadres de cine y secuencias mudas y lentas", y un exacerbado erotismo. La Fiera, en cambio, vivía literalmente en llamas. Era una chica no muy agraciada, pero todo lo compensaba con una voluptuosidad perfecta.
Había sido pergeñada con el sabor de la revancha. O de un desquite. Como una burla hacia el tipo de humor sexual, bien machista, que hacían sus compañeros, donde "la mujer siempre era objeto de deseo pero ella nunca deseaba". Para compensar estereotipos, Maitena la dotó de autonomía: La Fiera salía a las calles a buscar sexo desnuda, cubierta sólo por un impermeable. "Se comía a los hombres -según graficó un compañero- como si fueran aceitunas: los saboreaba y luego escupía el carozo".
"Dijeron por eso que yo era ninfómana, misógina, homofóbica y racista -recuerda Maitena, 30 años más tarde-. A La Fiera la acusaron de hembrista y, a mí, de ser igual o peor que los machistas."
Cuando las revistas cerraron, Maitena se dedicó al humor y sepultó todas esas páginas. Nunca volvió a ellas, a pesar de los insistentes pedidos de algunos editores para que esos trabajos se exhumaran y se publicaran en formato bibliográfico. Las cifras para el asombro en la venta de sus libros Mujeres Alteradas, Superadas o Curvas Peligrosas, lo justificaban: más de un millón y medio de ejemplares vendidos en 30 países y traducidos a 12 idiomas.
"Siempre me negué. No me gustaban esas páginas. Me parecían mal dibujadas. Además, siempre tenía un libro nuevo que me resultaba más urgente", recuerda.
Quizás haya sido la abstinencia en el trazo, con su decisión intempestiva de dejar de dibujar en 2006, lo que la empujó el año pasado a rever su negativa. La humorista gráfica autodidacta de pronto cambió la manera de juzgarse a sí misma y también a esas viejas páginas. "Les encontré cualidades que años atrás no les veía -dice-. Pude ver la frescura y la pasión con las que estaban hechas, la entrega, el nivel de exposición que manejaba. Y descubrí que, aunque habían pasado casi 30 años y que yo era otra, profesionalmente mucho más sólida, esas historietas conservaban mi esencia. Porque la esencia no es algo que cambie demasiado en las personas. Entonces, las miré con cariño y decidí publicarlas."
Coramina era "una rubia linda y sensual a la que le pasaban todas las cosas que yo quería que a mí me pasaran", cuenta la humorista gráfica (si a Maitena le cabe solo una etiqueta). Aquel cómic se desplegaba en varias páginas "con encuadres de cine y secuencias mudas y lentas", y un exacerbado erotismo. La Fiera, en cambio, vivía literalmente en llamas. Era una chica no muy agraciada, pero todo lo compensaba con una voluptuosidad perfecta.
Había sido pergeñada con el sabor de la revancha. O de un desquite. Como una burla hacia el tipo de humor sexual, bien machista, que hacían sus compañeros, donde "la mujer siempre era objeto de deseo pero ella nunca deseaba". Para compensar estereotipos, Maitena la dotó de autonomía: La Fiera salía a las calles a buscar sexo desnuda, cubierta sólo por un impermeable. "Se comía a los hombres -según graficó un compañero- como si fueran aceitunas: los saboreaba y luego escupía el carozo".
"Dijeron por eso que yo era ninfómana, misógina, homofóbica y racista -recuerda Maitena, 30 años más tarde-. A La Fiera la acusaron de hembrista y, a mí, de ser igual o peor que los machistas."
Cuando las revistas cerraron, Maitena se dedicó al humor y sepultó todas esas páginas. Nunca volvió a ellas, a pesar de los insistentes pedidos de algunos editores para que esos trabajos se exhumaran y se publicaran en formato bibliográfico. Las cifras para el asombro en la venta de sus libros Mujeres Alteradas, Superadas o Curvas Peligrosas, lo justificaban: más de un millón y medio de ejemplares vendidos en 30 países y traducidos a 12 idiomas.
"Siempre me negué. No me gustaban esas páginas. Me parecían mal dibujadas. Además, siempre tenía un libro nuevo que me resultaba más urgente", recuerda.
Quizás haya sido la abstinencia en el trazo, con su decisión intempestiva de dejar de dibujar en 2006, lo que la empujó el año pasado a rever su negativa. La humorista gráfica autodidacta de pronto cambió la manera de juzgarse a sí misma y también a esas viejas páginas. "Les encontré cualidades que años atrás no les veía -dice-. Pude ver la frescura y la pasión con las que estaban hechas, la entrega, el nivel de exposición que manejaba. Y descubrí que, aunque habían pasado casi 30 años y que yo era otra, profesionalmente mucho más sólida, esas historietas conservaban mi esencia. Porque la esencia no es algo que cambie demasiado en las personas. Entonces, las miré con cariño y decidí publicarlas."
El libro de sus sueños
"Mi editor se puso re contento. Me dijo a todo que sí e hice el libro de mis sueños: de un formato divino, con un diseño genial, con páginas de muchos estilos, lleno de bocetos, con una tapa negra exquisita y misteriosa, que no llevaba impreso ni el nombre del libro ni el de su autora. Incluso me hice la viva y le puse un título difícil: Lo peor de Maitena."
En sintonía con su entusiasmo y el de sus editores en Sudamericana, aquel libro atípico salió el año pasado a arrasar en el mercado. La tirada fue suculenta, de 25.000 ejemplares.
Pero las ventas no acompañaron tanta audacia y disrupción editorial: el libro no vendió ni el 20 por ciento de su tirada, lo cual para un título de la humorista constituyó un resonante fracaso. Bajoneada pero no vencida, hizo a un lado sus fobias y salió a promocionarlo en la prensa. En las entrevistas, los periodistas se entusiasmaban hurgando en su vida pero poco o nada en aquellos trabajos primigenios que hilvanan un libro de factura, inventiva y dibujos exquisitos.
Para peor, Maitena se paranoiqueó: se convenció a sí misma de que toda la tirada sería reducida a cenizas ya que "los libros que no se venden se queman o se tiran para que no ocupen lugar".
Lo irracional la empujó a nuevos puertos y ella misma, que siempre miró con desinterés a las redes sociales, se abrió una página de Facebook, y entre chistes de Mujeres alteradas cada tanto intercalaba alguna historieta con erotismo light de Lo peor....
Sus post de chistes tienen ahora millones de vistas y de likes. Los otros, apenas unos miles. "No me importa -se resigna Maitena-, porque entre esos miles ojalá que el libro pueda encontrar finalmente a sus lectores."
Como suele ocurrir, sus amigos dibujantes hablan de un fracaso agridulce, paradojal: pocas ventas para el libro más lindo y mejor editado de Maitena.
Hay que asumir la derrota, dice ella, quien volverá a dar pelea con Lo peor de Maitenael domingo, a las 17, en el stand de LA NACION, en una charla con Daniel Gigena. "Y debo asumirla a pesar de que mi editor (todo un caballero) me dice que no me preocupe, que éste no nació para bestseller; está aquí para ser mi libro de culto".
"Mi editor se puso re contento. Me dijo a todo que sí e hice el libro de mis sueños: de un formato divino, con un diseño genial, con páginas de muchos estilos, lleno de bocetos, con una tapa negra exquisita y misteriosa, que no llevaba impreso ni el nombre del libro ni el de su autora. Incluso me hice la viva y le puse un título difícil: Lo peor de Maitena."
En sintonía con su entusiasmo y el de sus editores en Sudamericana, aquel libro atípico salió el año pasado a arrasar en el mercado. La tirada fue suculenta, de 25.000 ejemplares.
Pero las ventas no acompañaron tanta audacia y disrupción editorial: el libro no vendió ni el 20 por ciento de su tirada, lo cual para un título de la humorista constituyó un resonante fracaso. Bajoneada pero no vencida, hizo a un lado sus fobias y salió a promocionarlo en la prensa. En las entrevistas, los periodistas se entusiasmaban hurgando en su vida pero poco o nada en aquellos trabajos primigenios que hilvanan un libro de factura, inventiva y dibujos exquisitos.
Para peor, Maitena se paranoiqueó: se convenció a sí misma de que toda la tirada sería reducida a cenizas ya que "los libros que no se venden se queman o se tiran para que no ocupen lugar".
Lo irracional la empujó a nuevos puertos y ella misma, que siempre miró con desinterés a las redes sociales, se abrió una página de Facebook, y entre chistes de Mujeres alteradas cada tanto intercalaba alguna historieta con erotismo light de Lo peor....
Sus post de chistes tienen ahora millones de vistas y de likes. Los otros, apenas unos miles. "No me importa -se resigna Maitena-, porque entre esos miles ojalá que el libro pueda encontrar finalmente a sus lectores."
Como suele ocurrir, sus amigos dibujantes hablan de un fracaso agridulce, paradojal: pocas ventas para el libro más lindo y mejor editado de Maitena.
Hay que asumir la derrota, dice ella, quien volverá a dar pelea con Lo peor de Maitenael domingo, a las 17, en el stand de LA NACION, en una charla con Daniel Gigena. "Y debo asumirla a pesar de que mi editor (todo un caballero) me dice que no me preocupe, que éste no nació para bestseller; está aquí para ser mi libro de culto".
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