La conmovedora historia del chico de las muletas


Racing
La foto de Santiago Fretes, a quien le falta una pierna, y su amigo en la cancha de Racing emocionó a todos. “Yo estaba viendo a Milito y mi amigo saltaba para asomarse porque no llegaba. Entonces le presté una de mis muletas para que subiera", contó.

La tarde del sábado en Avellaneda entregó emociones por todos los rincones del Cilindro. Se despidió Diego Milito de la gente de Racing y miles de personas lloraron junto a él por el retiro de un grande. Pero en las tribunas también se vieron historias fuertes. Una de ellas es la de Santiago Fretes, el niño de apenas diez años, al que le falta una pierna y que fue fotografiado parado sobre una muleta para ver el partido, compartiendo la otra con un amigo para que se sumara a la gran fiesta que se vivía en el campo de juego.
Santi tiene una malformación genética y le falta una pierna. Por eso se mueve con muletas, las que sirvieron de apoyo en la tarde del sábado. Pero ese problema de nacimiento no le impide ir a ver a su amada Academia, ni jugar al fútbol con chicos que cuentan con sus dos extremidades inferiores en el Club Unión de Del Viso. Tampoco lo priva de practicar taekwondo o de escalar montañas, mucho menos de andar en bicicleta. Es un ejemplo de superación en cada uno de sus actos.
Su historia se hizo viral en las últimas horas. Santi, parado en la parte más baja de una de las tribunas laterales, no llega a ver el campo de juego, debido a la altura del paredón, que mide cerca de 1,70 metros. Pero mucho no le importa. Habitualmente prefiere jugar al fútbol en esa tribuna, sin pensar en lo que pasa dentro del campo de juego.
Esta vez, la historia fue diferente porque en ese campo se estaba retirando su ídolo. Por eso no se lo quiso perder. Y la mejor manera fue usando una de sus muletas para superar la barrera del cemento y ver más de cerca a Milito. No estuvo solo. Su generosidad lo llevó a ofrecerle a su “amigo de la cancha” la otra muleta para que pudiera estar a la misma altura que él y así juntos disfrutar de un momento histórico.
“Yo estaba viendo a Milito dar la vuelta a la cancha y mi amigo no llegaba, estaba saltando para asomarse. Entonces le presté una de mis muletas para que subiera. Yo siempre me subo para llegar”, dijo el pequeño Santiago, en diálogo con El Argentino Zona Norte, de Pilar, donde vive con su familia.
Racing: le presto su muleta a un amigo. La muestra de la verdadera amistad.

Su madre, Sabrina Bonomo, contó más detalles de la historia de Santi: “El va con la pelota a todos lados. Con ese nene son amigos de la cancha. No sabe ni cómo se llama, pero siempre juegan. Los pibes ni miran el partido, es un mundo aparte lo que hacen ellos. Son como 20 pibitos detrás de esa pared de casi un metro setenta. Santi hace rato que se trepa así cuando se le va la pelota o para mirar. El otro nene estaba a los saltos para llegar, entonces él le dio la muleta. Me emocioné y saqué la foto. Y al mismo tiempo pensé, ¡cuidado con las muletas, es el único par que tenemos!”.
Pero la historia de este pequeño fanático de la Academia no es tan desconocida. El año pasado se insertó en el club, gracias al programa Racing Integrado, y forjó una hermosa relación con el plantel. Milito, incluso, lo saludó por su cumpleaños con un video. Por entonces, Santiago buscaba una prótesis y desde el Ministerio de Salud de la Nación se la prometieron. Pero con el cambio de gobierno, el asunto quedó a la deriva.
“Alguien lo grabó en la cancha, el video se compartió y me llamaron porque querían hacerle una nota. Yo decía ‘¿por qué?’, a mí me parece súper normal, pero a los demás no. Vinieron a entrevistarlo, pusieron mi celular y me llamó gente de todo el país, hasta de Tierra del Fuego, que nos quería ayudar para que pudiéramos acceder a la prótesis. Me ofrecían plata y yo les decía que no porque no tenía ni cuenta bancaria, me tuve que abrir una ese día”, cuenta Sabrina.
Y agrega: “No es una prótesis que se coloca así nomás, es algo que lleva tiempo, hay que hacer una cirugía. Se demoraron mucho los turnos, cambió el gobierno y chau, quedamos en la nada”, se lamenta.
Ella, la mamá, no tenía trabajo ni obra social cuando la promesa llegó. Su marido, el padre de Santiago, trabaja como mecánico y ahora ella comenzó un emprendimiento personal para poder juntar dinero. Su hijo, la única cobertura médica llega a través de su pensión por discapacidad. Mientras, la foto de su hijo, con un gesto que enterneció a todos y que derribó la barreras de los clubes, circula por el mundo.

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