El inicio de las clases y elestado de las escuelas

En veinte días más, habrá de iniciarse en Tucumán el período lectivo de 2015. A esta altura del año, resulta obligatorio tocar una cuestión vinculada con aquel acontecimiento, y sobre cuya importancia resultaría sobreabundante amontonar apreciaciones.

Nos referimos a que, para que las clases tengan un comienzo normal, resulta indispensable que los locales escolares se encuentren en las debidas condiciones. Es por todos conocido que, cada vez que se abre el período, hay establecimientos donde eso no puede llevarse a cabo, por el mal estado del edificio.

Sin duda que, como tantas veces lo hemos dicho, los arreglos en aulas y demás instalaciones debieron haberse planificado con mucha anticipación, para ser ejecutados durante los largos meses del receso. Queremos suponer que así ha ocurrido esta vez, y que se han cumplimentado, en los locales escolares, los trabajos necesarios para que el dictado de clases se desarrolle en un marco de razonables condiciones de habitabilidad y de confort.

Si no ha ocurrido así –lo que sería lamentable- estos escasos veinte días que faltan para la apertura, debieran movilizar a toda velocidad la tarea de los organismos encargados del rubro. De manera que se ejecuten, superando toda traba burocrática, siquiera las reparaciones más urgentes, como para que el inicio de clases no sufra tropiezos. 

Como todos recordamos, tales tropiezos han sido frecuentes y reiterados en otros períodos, con la obvia perturbación que representan para que el alumnado reciba esa instrucción a la que por ley tiene derecho. Revisando la colección de nuestro diario, es posible verificar que, prácticamente en todos los comienzos del mes de marzo, junto con la información del inicio de clases, figura la airada queja de docentes y de padres de alumnos porque en algunas escuelas ha sido imposible comenzar a dictarlas.

Si hay algún local oficial que requiere reparaciones profundas y frecuentes, es el dedicado a la actividad educativa.

Nada deteriora tanto un edificio, según es fácil suponer, como la presencia de educandos de toda edad, que utilizan sus instalaciones en varios turnos y sin demasiadas preocupaciones por cuidar las respectivas instalaciones. 

Los baños sobre todo, pero también techos, puertas y ventanas, están entre lo que debe ser constantemente reparado. 

También urge cortar los yuyales que en muchos casos han crecido en torno a sus instalaciones. Los meses de inactividad, además, suelen contribuir a profundizar las deficiencias. A todo esto debe agregarse que, en muchas ocasiones –como lo han registrado con elocuencia estas columnas- las escuelas son blanco de actividades de ladrones y vándalos, que también afectan seriamente sus edificios.

En síntesis, estamos ante la necesidad, repetimos, de rodear de las condiciones necesarias los edificios escolares de la provincia, ante la inminencia del inicio de clases.

Las autoridades respectivas debieran tomar medidas para que toda tareas de reparación que no se ejecutó durante las vacaciones, se lleve a cabo ahora, por lo menos en los aspectos más urgentes.

Esta acción debiera constituir, nos parece, la máxima prioridad de estos días. Conviene tenerlo muy en cuenta.

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