Las entrevistas de 1812: Los preludios de la batalla, por un testigo

En su autobiografía, redactada en 1822, el general Rudecindo Alvarado (1792- 1872) dedica largos párrafos a los preludios de la batalla de Tucumán. Fue testigo de ellos, pues se hallaba en Tucumán en 1812, cuando llegó Juan Ramón Balcarce, el enviado de Belgrano, con órdenes de requisar las armas del vecindario. Esto revelaba que el ejército en retirada no planeaba resistir en Tucumán.

Cuenta que “tan conmovido estaba el pueblo, que instintivamente se fue reuniendo por grupos en casa de don Bernabé Aráoz, vecino muy respetable e influyente. Allí se acordó nombrar una comisión que se acercase al señor Balcarce, a averiguar y conocer los verdaderos objetos de las medidas; y ofrecer, por su órgano, al general Belgrano, todos los recursos de esa provincia, si se determinaba a defenderla con las fuerzas de su mando”. Así, se formó la comisión dispuesta, que integraban don Bernabé, el doctor Pedro Miguel Aráoz y el mismo Alvarado.

Reunidos con Balcarce, este “excusó dar conocimiento de los objetos de su misión, pero escuchó los ofrecimientos que se le hicieron. Preguntó si podría contar el ejército con 14 o 16.000 pesos y mil hombres montados y armados, a lo que satisfizo don Bernabé, diciendo que el dinero se facilitaría, y que en vez de mil hombres él ofrecía dos mil”.
Carlos Páez de la Torre H
LA GACETA
RUDECINDO ALVARADO. Un fotógrafo retrató al destacado general de la Independencia, en sus últimos años. la gaceta / archivo

Entonces, Balcarce “aseguró que iba a dar cuenta inmediatamente a su general. El general Belgrano contestó aceptando los esfuerzos patrióticos que se ofrecían y su resolución de defender a Tucumán. Quien haya conocido a dicho general, no habría dudado respecto a su resolución, siempre heroica y elevada”.

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