Rusos en la Feria Una oportunidad para subrayar nuevas páginas de tan rica y vasta literatura Por Silvia Hopenhayn | Para LA NACION
Se puede escribir contra toda esperanza? ¿O acaso hay alguna otra forma de escribir? ¿Y qué ocurre si quien escribe se llama Nadezhda, nombre que en ruso significa esperanza? ¿Se puede decir que Nadezhda Mandelstam escribía contra su nombre? Sabemos que lo hacía en favor de un hombre, el poeta Osip Mandelstam. Osip, su esposo, fue el autor del famoso epigrama contra Stalin: "Vivimos insensibles al suelo bajo nuestros pies/ Nuestras voces a diez pasos no se oyen /Pero cuando a medias a hablar nos atrevemos/Al montañés del Kremlin siempre mencionamos./Sus dedos gordos parecen grasientos gusanos/Como pesas certeras las palabras de su boca caen. /Aletea la risa bajo sus bigotes de cucaracha/Y relucen brillantes las cañas de sus botas..."
Con más de 65 años, Nadezhda emprendió la escritura de sus memorias, para dar cuenta del poeta y de su amor, publicándolas con el título trágico y juguetón, "Contra toda esperanza", casi una forma de nombrar su vida.
Las escritoras rusas, tan poco visibles en el siglo XIX, brillan en el XX. De prosas sutiles como la de Nina Berberova ("El lacayo y la puta", "La acompañante"), se deslindan vidas estragadas. Y así como Nadezhda tituló sus memorias, "Contra toda esperanza", Nina Berberova, le puso nombre a su autobiografía: "El subrayado es mío" (1992) ; como si la violencia de la historia no pudiera incidir en el resaltado que cada uno hace de la misma. La lengua funciona como azote y redención.
Hay algo en la literatura rusa de familiar. Sus autores, e incluso los personajes que la habitan, parecen parientes. Son ancestros que pueblan nuestra memoria como una demografía de ficción digna de un censo real.
Hay algo en la literatura rusa de familiar. Sus autores, e incluso los personajes que la habitan, parecen parientes
Quizá porque las primeras lecturas importantes provienen de un encuentro verdadero. Y la importancia de la literatura rusa se relaciona con esos primeros territorios de ficción que descubrimos como si hallásemos expuesta nuestra intimidad en las páginas que otro ha escrito. ¿O acaso el agobio de Raskolnikov, su deriva moral en "Crimen y castigo", no forma parte de nuestro mundo? ¿O el modo de caminar de Masha, una de las tres hermanas de Chéjov; o la expresión de viveza contenida que pasa por el rostro de Anna Karenina cuando se cruza en la estación de tren con los ojos de Vronski?
Es como si la literatura rusa formara parte de nuestro mundo real, como si sus páginas de ficción dieran testimonio de nuestros antepasados. El compacto del siglo XIX: Gogol, Tolstoi, Dostoievski, Turguéniev, Chejov, y algunos más, podrían integrar esas cápsulas que viajan por el espacio dando cuenta de este mundo.
En la recién abierta Feria del Libro también aterriza la literatura rusa como fenómeno mundial. Mañana se festeja el "Año dual Rusia-Argentina" con la presencia de Vsévolod Evguénievich Bagnó, director del Instituto de Literatura Rusa y de la revista "Literatura rusa" de la Academia Rusa de Ciencias y Vladímir Kárlovich Kántor, especialista en historia de filosofía y literatura rusas, autor de Los hermanos Karamázov de Fiódor Dostoievski" y otros libros de ensayo.
Una oportunidad para subrayar nuevas páginas de tan rica y vasta literatura..
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