Juguetes para tod@s


Al contrario de lo que ocurría antes, hoy muchos padres eligen criar a sus hijos sin los estereotipos culturales relacionados con lo femenino y lo masculino
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LA NACION
SÁBADO 23 DE ABRIL DE 2016
Eithan y Maia Kemedy intercambian autos y muñecas sin problemas
Eithan y Maia Kemedy intercambian autos y muñecas sin problemas. Foto: LA NACION / Ignacio Sanchez
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Antes de ir al colegio, Félix agarra el bebote de su hermana mayor que adoptó como propio, lo acomoda en su cama y lo despide con un beso. "En un rato vuelvo", dice mientras lo tapa amorosamente. Varias veces lo llevó con él al jardín, a la sala de 3 y 4 años, hasta que Verónica Frágola, su mamá, lo convenció de que el bebote se quedara en casa. "Es para protegerlo. Cada vez que lo llevaba generaba en las madres todo tipo de comentarios. «¿No te va a salir gay?», me decían. En casa mis hijos juegan con lo que quieren, se disfrazan con mi ropa, usan mis zapatos, se pintan... Pero hoy yo tengo que protegerlo, el día de mañana tendrá sus herramientas para contestarle a los demás."
Como hija única, Verónica, publicista y beauty blogger de 38 años, jamás tuvo la experiencia de intercambiar juguetes con un hermano. Pero recuerda que sus padres eran muy amplios en cuanto a respetar sus gustos e intereses personales. "Recuerdo que tenía una lunchera del Increíble Hulk, que en los 80 era bastante heavy para una nena, y varios Playmobil. Nunca me dijeron «no juegues con esto o aquello». Crecí con la idea de que cada uno podía jugar con lo que quisiera y cuando tuve a mis hijos, traté de seguir en ese camino", dice la mamá de "casi trillizos": su hija de 6 años, y sus mellizos varones de 5.
Lejos de los prejuicios, Verónica está orgullosa de cómo Félix se relaciona con ese bebote. Y destaca que no todos los comentarios son negativos. "Una vez alguien se me acercó y me felicitó porque estaba criando a un hijo que iba a ser un gran padre -recuerda-. Eso habla de un cambio en la sociedad. Y la verdad es que para mí está buenísimo que él pueda conectarse con esa parte. Mi hija más grande, de 6, juega al fútbol y con el barco pirata. Jamás me pidió una muñeca hasta este año que quiso la Monster High. En casa no ponemos etiquetas, el juego es libre. Si quieren pintarse la uñas, que se las pinten: los chicos necesitan experimentar y saciar su curiosidad."
Educar a los hijos sin distinciones de género, es decir, sin las características o los comportamientos que la cultura le atribuye a lo femenino y lo masculino es una de las tendencias en alza en torno de la crianza. Celebrada por muchos, cuestionada por otros, hay padres que eligen dejar de lado el rosa o el celeste y piden, incluso, que los regalos a sus hijos sean juguetes "neutros", que no puedan asociarse con uno u otro género. La tendencia incluso se nota en las solicitudes de niñeras. "Últimamente nos está pasando bastante seguido que aparecen estas cuestiones de género en los pedidos de niñeras. Los padres bajan línea, piden que si su hijo quiere jugar con un bebe o disfrazarse de princesa que lo dejen, y al revés también. Y lo mismo con los colores de la ropa: ahora te piden que no lo vistan de rosa o celeste", dice Valeria Abravanel, directora del servicio de búsqueda de babysitters Dejando Huella. Estos pedidos que Abravanel define de rutina comenzaron hace dos o tres años, en coincidencia con la ley de género y el matrimonio igualitario.
Rocío Alalu 'cocina' con sus hijos Vicente y Helena: 'Me gustan los juguetes pensados para niños y niñas por igual', dice
Rocío Alalu 'cocina' con sus hijos Vicente y Helena: 'Me gustan los juguetes pensados para niños y niñas por igual', dice. Foto: Victoria Gesualdi / AFV
A partir de esas leyes, la idea de género ha sido tema de debate social. Y ha cuestionado, en parte, el tipo de crianza tradicional. "Una de las peores consecuencias de criar a un niño o niña bajo estereotipos socialmente adjudicados a varones o mujeres es la reducción de las posibilidades de desarrollo y libertad -dice Paula Chinelato, docente universitaria y directora de comunicación de Latinlab, plataforma desde donde se abordan este tipo de temas-. No es el sexo de los chicos y chicas el que determina sus gustos, actividades o preferencias, sino los caminos que van trazando, influidos por aquello que los adultos habilitan o censuran desde pequeños. Esta mirada, aunque pueda parecer inofensiva, genera fuertes desigualdades."
Sin embargo, Chinelato destaca que en los últimos años hubo avances y cambios que dan cuenta de una crianza más saludable, más centrada en los deseos y elecciones de los pequeños. "Por suerte hay muchos padres, tíos, tías, abuelos, abuelas, cuidadores y educadores que han comenzado a dejar de lado estos prejuicios. El debate y la reflexión social que se viene dando en torno de este tema ha impulsado algunos cambios en la crianza y es un corrimiento que ubica a los chicos en el centro de la escena, con capacidad de elección, más allá de lo que se les adjudique socialmente. Si bien es un proceso que aparece en el ámbito privado y familiar, en realidad es público y social."
Carolina Jones y Gricelda Moreira, autoras del libro La deconstrucción del sexo: ¿Ser hombre? ¿Ser mujer? Pregunta equivocada, sostienen que "somos cada vez más conscientes del carácter culturalmente impuesto del género, de aquello que creíamos «natural» y hoy se nos revela construido por la cultura que habitamos. Si bien pensarnos como hombres o mujeres sigue siendo el modo más efectivo para brindarnos una «identidad», esa norma ha empezado a resquebrajarse, a revelarse como arbitraria y restrictiva, y por eso mismo a cuestionarse".
Pero a pesar de que es un tema que se ha hecho visible en los últimos años, todavía genera algunas resistencias. "Ya está naturalizado. El varón ve a la hermana o a la mamá que se maquilla y se quiere maquillar. Esto pasó siempre, sólo que antes se los prohibía. Hoy los padres lo avalan, entienden que es un juego. Pero a los abuelos todavía les cuesta hacer el clic. A veces van a visitar a sus nietos y los ven disfrazados de princesas y no les gusta nada", sostiene Abravanel.

Marcando el camino

Es cierto que muchos padres, conscientes de las cuestiones de género, toman la iniciativa de una crianza alejada de los estereotipos culturales. Pero otras veces son los mismos chicos los que van marcando el camino. Como Maia, que desde muy chica fue poniendo sus límites. Jamás jugó con muñecas y para su cumpleaños o Navidad siempre pide que le regalen algún Playmobil. Le gusta disfrazarse de policía y junta figuritas del fútbol. Nunca se puso un vestido rosa. "Ella es una verdadera antiprincesa", la define Daniela Heller, su mamá. Los dos hermanos más chicos la acompañan en sus juegos, pero también toman prestadas sus Barbies, la cocinita y algún bebote que se mudó de la habitación de Maia a la de los varones. "Al principio nos chocó un poco esta preferencia por las cosas más de varón. Con mi marido nos mirábamos sorprendidos hasta que un día dijimos «¿cuál es el temor?» Si bien no nos propusimos una crianza sin estereotipos de género, Maia nos marcó el camino. La clave pasa por escuchar a tus hijos y respetar sus elecciones", dice Daniela, que asegura que los prejuicios existen pero son de los otros.
Si hay algo que refuerza estos estereotipos de género en la primera infancia son los juguetes y los libros para chicos, donde los roles asignados a unos y otros suelen estar muy claros: las nenas en casa, haciendo tareas domésticas y cuidando niños, y los hombres cumpliendo su rol como proveedores del hogar y arreglando lo que se rompe. Una mirada sesgada que hoy no se ajusta a la realidad. "Simplemente entremos a una juguetería tradicional y veremos góndolas celestes y rosas o revisemos contenidos y formatos de la mayoría de los canales infantiles -propone Chinelato-. Y cuando buscamos un regalo para un chico o una chica, ¿pensamos primero si es varón o mujer o pensamos en sus gustos y características personales, más allá de su género?"
De hecho, como forma de aggiornarse, en Europa, donde la discusión de género está instalada desde hace mucho tiempo, hay cadenas de juguetes que modificaron sus catálogos y aparecen nenes jugando con una casita de muñecas y nenas armando pistas de autos. "Queremos que nuestros catálogos reflejen la manera en que niñas y niños juegan en la vida real", explicaron desde Top-Toy, pionera en ofrecer catálogos neutrales.Sus ventas se dispararon.
Ámbar Bertolini, de 8 años, es fanática de los libros de la colección Antiprincesas
Ámbar Bertolini, de 8 años, es fanática de los libros de la colección Antiprincesas. Foto: Emiliano Lasalvia
En la Argentina todavía falta mucho para llegar a eso. Tal vez por esa razón Rocío Alalu decidió crear sus propios juguetes para ofrecerles a sus hijos, Vicente y Helena, más y mejores opciones. Y así nació Wonderplay. "En primer lugar, creo que los juguetes tienen que incentivar la imaginación, la creatividad y acompañar a los niños en su desarrollo. Por eso creamos productos que fomentan sus capacidades a través del juego de roles donde se sustituye el concepto de competencia por el de colaboración -explica Rocío-. Pero otra cosa fundamental es que los juguetes están pensados para niños y niñas por igual. Me gusta sentir que mis juguetes fomentan la igualdad."
Los libros también se sumaron a la tendencia de cambio. Nadia Fink, ideóloga de la celebrada serie Antiprincesas, que cuenta la historia de mujeres reales como Frida Kahlo, Juana Azurduy y Violeta Parra (a las que se sumaron recientemente Mercedes Sosa y Clarice Lispector), cuenta que "son libros que suman una mirada distinta. En las historias de princesas hay algo designado de antes que no tiene que ver con el deseo personal. Quería mostrar a mujeres que salieran de la inactividad, de la espera". Fink asegura que detrás de la gran aceptación por esas historias reales hay una inquietud de discutir el tema de género y de cómo criamos a nuestros hijos. "Tengo una hija de 21 años, siempre intenté correrme de los estereotipos clásicos, de ofrecerle variantes -cuenta-. Pero estaba un poco sola en ese momento. Hoy los padres y las madres me dicen que están leyendo los libros con sus hijos y eso solo ya habla de un cambio", dice Fink, que cuenta que se acaba de lanzar la colección Antihéroes para discutir el tema de los superhéroes fornidos y valientes que buscan salvar al mundo, y de paso, a la chica linda. Julio Cortázar es el primero de la colección que discute la virilidad.
Ámbar tiene 8 años y es fanática de los libros de Fink. Con Paula Bertolini, su mamá, leen juntas esos y otros libros con temáticas diversas. "Ahí meto mano, trato de influir. Tiene un libro que habla de un amor homosexual. Y tiene la Ilíada y la Odisea para niños. Siempre traté de que tuviera más opciones que las del mercado. Cuando era chiquita consumía lo de las princesas hasta que se dio cuenta de que no estaba bueno el mensaje. Empezó a aburrirse de eso", cuenta Paula, que asegura que es muy abierta en temas de género y sexualidad. "En casa no hay tabúes. Con la ley de matrimonio igualitario se habló mucho del tema y Ámbar lo trasladó a su juego, decía, por ejemplo, que dos ponies nenas habían tenido un hijo."

¿Y la biología?

Aunque siempre se atribuyó un determinismo biológico para explicar los comportamientos y las habilidades del varón y la mujer, las investigaciones en favor de este estilo de crianza neutral niegan el peso de la biología y sostienen que varios de los estereotipos más comunes son enseñados y reforzados por los propios padres. "Por ejemplo, nos han dicho que las nenas son, de forma innata, más sociales y verbales que los niños. La realidad es que las pequeñas tienen más habilidades verbales porque son recompensadas por ello", plantea Paige Lucas-Stannard, autora del libro Gender Neutral Parenting, y cita una investigación que midió el nivel de sociabilidad de los bebes contando qué tan seguido veían a sus madres a los ojos. Al mes, tanto niños como niñas demostraban el mismo nivel de interés. Pero tres meses después, las niñas socializaban cuatro veces más. Los investigadores creen que se debe a la tendencia de las madres a pasar más tiempo socializando con las mujeres que con los varones. "Si sabés que las niñas son más sociales vas a socializar más con ellas. Con el tiempo estas suposiciones se convertirán en una realidad", dice Lucas-Stannard que ha sido señalada por dejar que su hija de 6 años se rapara la cabeza como su papá. "Creo que las nenas deben lucir su pelo como quieran", respondía con firmeza a las críticas que le llovían. Pero hasta las madres más fuertes flaquean algunas veces: "Mientras ella se afeitaba, adentro mío pensaba que se veía tan hermosa con su pelo largo..."
Producción de Lila Bendersky

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