La tiranía de la maestra de danza es cosa del pasado

ESTUDIO STEP


Anamá Soria Carelli aprobó una capacitación para docentes de danza en el American Ballet Theatre con la máxima puntuación.
 
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CON LAS NIÑAS. En su estudio, Anamá Soria Carelli va aplicando las nuevas técnicas de enseñanza que aprendió en el American Ballet Theatre. LA GACETA / FOTO DE INÉS QUINTEROS ORIO.
La primera elección de Anamá Soria Carelli es el cuerpo en movimiento; la segunda, la mente en movimiento, porque además de danza estudió filosofía en la UBA. Se puso las primeras zapatillas de punta en Tucumán; se perfeccionó conAlexander Ananiev y con Natalia Tkachenko. A los 11 llegó al Colón con una beca, y luego fue alumna regular en el Instituto. A los 15 partió a Milán, a estudiar en la Scala, y a los 17, a Nueva York, a The Ailey School, apoyada por Héctor Zaraspe.

En su estudio (Step, avenida Aconquija 2.028) sus alumnas la esperaban, de vuelta de un curso para profesores en el American Ballet Theatre (Nueva York). La currícula es amplia: desde materias relativas a técnicas de danza, pedagógicas, música, etapas del desarrollo psíquico de niños y adolescentes hasta la salud del bailarín.

Soria Carelli aprobó el Abtntc (American Ballet Theatre Training Curriculum) con la nota máxima, 100. Sería bien recibida por Julio Bocca en Uruguay, porque él promueve que los maestros de su compañía se formen en el Abtntc. Pero ella está dando clases en su estudio.

- ¿A qué te habilita la capacitación? ¿En qué se fundamenta?

- Aprobé los cinco primeros niveles, para enseñanza de tres a 13 años. El programa tiene nueve niveles. Se basa en las mejores herramientas de las grandes escuelas de danza del mundo (rusa, italiana, francesa e inglesa). Formaron grupos de estudios interdisciplinarios y armaron el método Abtntc, atento a la evolución de la danza en los últimos años.

- ¿Ya empleás algunas de las técnicas en tu estudio? 

- Sí, de a poco las voy aplicando, si bien antes cursé en el Ballet In Dance, y ya venía estudiando. Me gusta mucho la forma de trabajo en EEUU: yo ya tenía un perfil hacia la escuela americana. Allá te enseñan a pensar lógicamente. Te dan las herramientas para poder tomar decisiones en tu escenario, de acuerdo con los alumnos de tu estudio, en tu país. Porque, obviamente, los profesores del American o del Colón dictan clase a alumnos formados y seleccionados. En cambio a los estudios llegan alumnos que acuden por hobby, por interés profesional o por motivos como corrección de la postura; por eso tengo que adecuar el material a los requerimientos de cada grupo de interesados.

- ¿Qué aspecto del curso te impactó más?

- Que todo lo que te proponen para enseñar a los niños parte del respeto a su desarrollo físico. Es conocido que en las viejas escuelas de danza se usaban métodos casi tortuosos de enseñanza, muy duros con quienes no alcanzaban ciertos niveles. Hay que respetar que el niño tiene que jugar y divertirse en la clase. Es un planteo radicalmente distinto. En el estudio recibimos niños de diferentes cuerpos: no hay complejos sino libertad para poder desplegar las posibilidades que da el cuerpo, de hacer hasta donde se puede.

- ¿Pensás cursar los otros niveles?

- Sí, pero me gustaría darme un tiempo para asentar lo que aprendí.

Es evidente que la joven maestra se ha enriquecido.

Lo prueba su conclusión: “Otra idea que me gustó es que el amor a la danza y al movimiento lo transmite el maestro. Se cree que quien enseña danza tiene que ser inflexible y riguroso; es todo lo contrario. El curso hace énfasis en lo psicológico: se aprende a través del vínculo afectivo. El aprendizaje no termina nunca y por eso son fundamentales la confianza y el buen trato con el maestro. Que los alumnos tengan proximidad con el maestro, con disciplina, trabajo y compromiso, y que él transmita su amor, en gran parte determina si el artista nacerá o no”. 

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