Tres experiencias, tres creaciones literarias


¿Qué puede suceder cuando se les encarga a los escritores textos urgentes y personales a partir de una consigna específica? El Filba lo hizo. Aquí, los resultados
LA NACION
MIÉRCOLES 05 DE OCTUBRE DE 2016 • 09:00
Los autores compartieron sus textos en la última jornada del Filba. Foto: Gentileza
Los autores compartieron sus textos en la última jornada del Filba. Foto: Gentileza.
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Seis escritores, tres nacionales y tres extranjeros, fueron invitados por los organizadores del Festival Internacional de Literatura de Buenos Aires a visitar sitios específicos con una consigna literaria: escribir un texto urgente y a pedido sobre la experiencia que vivió a cada uno. Como resultado surgieron relatos personales con miradas y estilos variados que se leyeron el domingo pasado al público en el cierre del Filba agrupados bajo el título "Bitácora".
Participaron el estadounidense Peter Cameron, el brasileño Bernardo Carvalho, la uruguaya Inés Bortagaray y los argentinos Agustina Muñoz, Teresa Arijón y Matías Moscardi. Cameron fue a una parrilla de Liniers a probar carne argentina; Carvalho asistió a una clase de hipo hop para chicos en la Villa 31; a Bortagaray, por su parte, le tocó una experiencia más grata: entregarse de cuerpo y alma a un masaje de pies en el Barrio Chino del bajo Belgrano.

Masajes en los pies

"La premisa era ir al Barrio Chino (junto con Matías Moscardi) y recibir un masaje de pies, algo que nunca había hecho. Desde que leí cuál era mi misión (estaba en Montevideo), quedé curiosa y expectante", contó la autora uruguaya a La Nación. La conmovió, en principio, "el carácter del señor masajista". Detalla: "Su falta de énfasis en los gestos y en los ademanes: cuando hicimos el trato, cuando recibió el dinero, cuando me indicó dónde estaba la camilla y dónde el perchero; también, cuando hizo la secuencia de masajes, el mismo masaje, la misma exacta secuencia de movimientos, de presiones y frotación, en cada pie. Me resultó muy enigmático y me pregunté mucho sobre él: cómo era, qué cosas sí serían de su agrado, ya que no creo que el masaje lo fuera".
De la experiencia, a Bortagaray le quedó una imagen fuerte que disparó ideas para el texto: "Una enorme mancha de humedad en el cielorraso. Otra mancha más pequeña al lado. Mi dificultad para concentrarme en lo que estaba sucediendo ahí y en ese momento".
"Toco timbre y el masajista abre la puerta. No sé aún, no puedo todavía suponerlo, que quien aparece es el mismísimo masajista. Parece, más bien, un ferretero chino. Un hombre que podría tener 55 años. O tal vez 48. O quizá, en un día de agotamiento, 63. Ropa gris. Modos autoritarios: masaje de pie, doscientos pesos, media hora, paga antes."

Hip Hop en la villa

La "tarea" encargada a Carvalho fue completamente diferente: "Esperaba asistir a una clase de danza en la villa, pero en verdad eran niños que necesitaban del pretexto de la clase para encontrarse y jugar ente ellos por dos horas no más", explica el autor de Reproducción, última novela editada en el país. Su texto, titulado "Lautaro va a la clase de danza", surgió a partir de su observación de un chico de tres años, que iba por primera vez a tomar la clase. "Estaba junto con su madre y su hermano, y se lo veía encantado".
A la hora de volcar su impresión en el papel, Carvalho optó por tomar distancia de sí mismo: escribió un texto en primera persona, pero el narrador no es él. Es alguien del público. "Antes de llegar a la villa, tenía una idea general de qué podría escribir, pero todo cambió ahí en la clase de danza. El narrador es un espectador que escucha la lectura de un escritor sobre su visita a una villa para asistir a una clase de danza y no le gusta nada lo que escucha", cuenta.
"Yo a ese tipo lo conozco. Mirale la pinta que tiene. Miralo ahí sentado adelante, con la camisa prolijita y esa onda de escritor. Mirale las zapatillas al tipo. Mirale la barba. Seguro se cree gran cosa. Ahí va a empezar a hablar. Primero tose. Seguro va a contar que viene de visitar una villa. Lo único que falta, un texto sobre una villa. ¿Qué te dije? Un demagogo. Va a contarnos sus impresiones sobre la villa. Sus impresiones personales. Seguro va a hablar de algún proyecto edificante. Clases de danza para chicos. Claro."

Asado criollo

El caso de Cameron fue curioso. Le pidieron que probara la carne argentina. Y que escribiera sobre eso. El autor estadounidense cumplió la consigna, pero decidió vincular la carne con los libros y el acto de comer con el ejercicio de escribir. ¿El resultado? Un texto furioso, provocador, que comienza de la siguiente manera:
"Estoy en la Argentina comiendo carne. Quiero escribir algo interesante sobre comer carne en la Argentina, pero es difícil porque estoy en Argentina y a los argentinos se los conoce mundialmente por la pasión y la voracidad con la que comen carne. ¿Qué puedo decir yo sobre cómo comen carne los argentinos? Nada. Lo primero que se me viene a la cabeza mientras como esta carne es que comer carne se parece mucho a escribir. Uno mete la carne en el cuerpo y la experiencia de comer carne se mete en la cabeza, después digiere la carne y procesa la experiencia. La carne y la experiencia de comer carne pasan a ser parte de uno. Y cuando el cuerpo y la cabeza terminan de procesar lo que uno les ha metido, la carne y la experiencia de comer carne se eliminan. La carne se convierte en mierda y la experiencia de comer carne se convierte en una historia. Cagás. Publicás."

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