"La Ley tendría que ser igual para todos los tucumanos"

RECLAMAN LOS CRÍMENES DE SUS HIJOS


"No quiero que mis otros hijos tengan el triste final de Carlos", dijo la mujer. El "paco" transformó en un infierno al barrio.
 
SIN CONSUELO. Navarro llora sobre las vías, donde mataron a su hijo. LA GACETA/FOTO DE ADRIÁN LUGONES.

“No tengo miedo. Voy a luchar para que mis otros cuatro hijos no tengan el triste final de su hermano. El “paco” le robó la vida, pero no por eso merecía que lo maten como un perro”, dijo Silvia Navarro, la madre de Carlos Gallardo, el joven que fue atacado mortalmente por un menor de 16 años y un joven de 22, en el barrio El Sifón.
La mujer tiene 40 años. Es empleada doméstica y vende ropa en su domicilio. Decidió hablar con LA GACETA para que, según dijo, se supiera la verdad. “Es mentira que a mi hijo lo mataron en una pelea por la división de un botín. Esos chicos le querían robar las zapatillas y la ropa que tenía”, declaró.
- ¿Qué pasó ese día?
- Él estaba en la calle para consumir. Pasó por debajo del puente donde estaban dos chicos. Le quisieron sacar sus cosas y cómo él no quiso, lo agarraron a golpes y después le aplicaron seis puñaladas. Lo mataron como a un perro.
- ¿Los atacantes estaban drogados?
- No lo sé. Lo único que te puedo decir es que actuaron con una saña horrenda. No sólo lo apuñalaron sin asco, sino que lo arrojaron a un pozo. Lo encontraron con los ojos abiertos, cubierto en sangre, agarrado de una raíz para poder salir de ahí. 
- ¿Conoce a los acusados?
- Por supuesto. El que lo mató tiene 16 años y ya estuvo involucrado en un homicidio. Su padre está en la cárcel por haber matado a otra persona. Pero lo más grave es que se burla de nosotros diciendo que ya va a salir y que nos cuidemos. 
- ¿Tiene miedo?
- No puedo tener miedo. Ahora tengo que luchar para que mis otros hijos no caigan en la droga. También quiero que se haga justicia por Carlos. El tenía problemas, pero no merecía morir así.
- ¿Su hijo tenía antecedentes?
- Sí, pero fue todo por culpa de la droga. Trabajaba con su padre vendiendo CDs en el centro o con un hermano pintor. El drama es cuando comenzaba a consumir paco. Ahí se perdía, estaba todo el tiempo en la calle. No podíamos hacer nada para sacarlo de allí. Hicimos todo lo posible para sacarlo y no pudimos.
- ¿Qué hicieron para ayudarlo?
- Lo internamos en Las Moritas y después en otros lugares. Pero no pudimos lograrlo porque nos faltó ayuda.
- ¿Qué tipo de ayuda?
- Qué alguien haga algo para parar la locura que se vive en los barrios como El Sifón. Acá la droga está matando a nuestros hijos. La Policía sabe donde venden y no hace absolutamente nada y La Justicia tampoco colabora para que los que venden y matan estén en la cárcel como corresponde. La Ley tendría que ser exactamente igual para todos los tucumanos.
- ¿Se puede hacer algo para cambiar esto?
- Sí. Hay que trabajar para que los barrios, por más que sean villas, dejen de ser un lugar de muerte para los chicos. Si no los mata la droga, mueren en manos de los transas o se matan entre ellos. Esa es la dura vida de los barrios de la periferia.
- ¿Qué le diría a los tucumanos?
- Qué no prejuzguen. Ellos no saben lo que es tener un hijo adicto al “paco”. Te destruye la familia porque uno hace lo imposible para salvarlo y no puede. Se agrava cuando en las casas comienza a faltar lo poco que uno puede tener. Que entiendan que nuestros barrios son un infierno por culpa de la droga. También les pediría que nos ayuden a hacernos escuchar, ya que por nuestra condición, se nos cierran las puertas.
“No tengo miedo. Voy a luchar para que mis otros cuatro hijos no tengan el triste final de su hermano. El “paco” le robó la vida, pero no por eso merecía que lo maten como un perro”, dijo Silvia Navarro, la madre de Carlos Gallardo, el joven que fue atacado mortalmente por un menor de 16 años y un joven de 22, en el barrio El Sifón.

La mujer tiene 40 años. Es empleada doméstica y vende ropa en su domicilio. Decidió hablar con LA GACETA para que, según dijo, se supiera la verdad. “Es mentira que a mi hijo lo mataron en una pelea por la división de un botín. Esos chicos le querían robar las zapatillas y la ropa que tenía”, declaró.

- ¿Qué pasó ese día?
- Él estaba en la calle para consumir. Pasó por debajo del puente donde estaban dos chicos. Le quisieron sacar sus cosas y cómo él no quiso, lo agarraron a golpes y después le aplicaron seis puñaladas. Lo mataron como a un perro.

- ¿Los atacantes estaban drogados?
- No lo sé. Lo único que te puedo decir es que actuaron con una saña horrenda. No sólo lo apuñalaron sin asco, sino que lo arrojaron a un pozo. Lo encontraron con los ojos abiertos, cubierto en sangre, agarrado de una raíz para poder salir de ahí.

- ¿Conoce a los acusados?
- Por supuesto. El que lo mató tiene 16 años y ya estuvo involucrado en un homicidio. Su padre está en la cárcel por haber matado a otra persona. Pero lo más grave es que se burla de nosotros diciendo que ya va a salir y que nos cuidemos.

- ¿Tiene miedo?
- No puedo tener miedo. Ahora tengo que luchar para que mis otros hijos no caigan en la droga. También quiero que se haga justicia por Carlos. El tenía problemas, pero no merecía morir así.

- ¿Su hijo tenía antecedentes?
- Sí, pero fue todo por culpa de la droga. Trabajaba con su padre vendiendo CDs en el centro o con un hermano pintor. El drama es cuando comenzaba a consumir paco. Ahí se perdía, estaba todo el tiempo en la calle. No podíamos hacer nada para sacarlo de allí. Hicimos todo lo posible para sacarlo y no pudimos.

- ¿Qué hicieron para ayudarlo?
- Lo internamos en Las Moritas y después en otros lugares. Pero no pudimos lograrlo porque nos faltó ayuda.

- ¿Qué tipo de ayuda?
- Qué alguien haga algo para parar la locura que se vive en los barrios como El Sifón. Acá la droga está matando a nuestros hijos. La Policía sabe donde venden y no hace absolutamente nada y La Justicia tampoco colabora para que los que venden y matan estén en la cárcel como corresponde. La Ley tendría que ser exactamente igual para todos los tucumanos.

- ¿Se puede hacer algo para cambiar esto?
- Sí. Hay que trabajar para que los barrios, por más que sean villas, dejen de ser un lugar de muerte para los chicos. Si no los mata la droga, mueren en manos de los transas o se matan entre ellos. Esa es la dura vida de los barrios de la periferia.

- ¿Qué le diría a los tucumanos?
- Qué no prejuzguen. Ellos no saben lo que es tener un hijo adicto al “paco”. Te destruye la familia porque uno hace lo imposible para salvarlo y no puede. Se agrava cuando en las casas comienza a faltar lo poco que uno puede tener. Que entiendan que nuestros barrios son un infierno por culpa de la droga. También les pediría que nos ayuden a hacernos escuchar, ya que por nuestra condición, se nos cierran las puertas.

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