Por más que arrecie una tormenta, no hay fan que se anime a dejar plantado a Abel Pintos


El cantante congregó 10.000 espectadores en el estadio de Ñuñorco y la lluvia no los movió. Hubo presencia de las más diversas latitudes.

¡SILLAS ARRIBA! Los improvisados techitos de plástico sirvieron para mitigar un poco los efectos de la tormenta. A la mayoría no le importó mojarse. Lo que nadie hubiera permitido era la posibilidad de una suspensión del show. la gaceta / fotos de franco vera
La música tiene un poder secreto -casi mágico-, capaz de reunir a miles de personas en un lenguaje universal, disipando así todas las diferencias y fronteras etarias, de credo, de género o de clase. Tal es el clima que se vivía el domingo en Monteros, cuando ya desde el mediodía los primeros puestos de ventas se preparaban alrededor del estadio de Ñuñorco, ansiosos por recibir la llegada de Abel Pintos tras siete años de ausencia en la “capital del folclore”.

La previa

Casi tres cuadras de fila había a las 19, una hora antes del comienzo del espectáculo. “Estamos desde las tres de la tarde, porque queremos ubicarnos lo más cerca posible de Abel”, destacó Nilda. La acompañaba su hija, Flavia (6 años). Ambas son monterizas y grandes fanáticas del músico.

El aroma del choripán a las brasas, las tiendas de suvenires, la venta de discos “no oficiales” del artista, incluso pequeños entretelones folclóricos se sucedían en las afueras del estadio. Es el caso de Fernando Álvarez (de 63 años) que, al mismo tiempo que tocaba “Luna tucumana” con su guitarra, vendía remeras y gorras con la figura de Pintos. Todo sin dejar de subrayar “lo mucho que ayudan los festivales a generar fuentes de trabajo”. Lo mismo ocurría con Antonia, vendedora residente en la localidad de Los Sarmientos. “Sigo a Abel a todos los lugares que pueda, porque siempre me ha traído suerte en lo laboral”, reveló.

Miles de espectadores llegaban sin cesar, de las más diversas procedencias. Desfilaban fans oriundos de Leales, Tafí Viejo, La Cocha, Lules, Famaillá y, por supuesto, la capital tucumana. También de Catamarca, Buenos Aires, Santiago del Estero y hasta de Tierra del Fuego.

“Seríamos capaces de cruzar el mar, con tal de verlo”, afirmaron Facundo y Mariana, una pareja de jóvenes fueguinos que está de vacaciones en el norte y que siguió a Abel Pintos desde Tilcara. Mientras, un joven estudiante de intercambio alemán (Lenard), quien vive junto a Diego y Felipe (sus compañeros tucumanos), también relataba su fanatismo por el cantante.

A las 19.30 se abrieron los ingresos a las tribunas vip y a las plateas, y finalmente fue el turno del resto del campo. En el interior del club se hacía notar una impecable organización, tanto en la puesta escenográfica y la calidad acústica como en el resto de los servicios (alimenticios, sanitarios, de seguridad, etc.).

La expectativa y la algarabía se sentían entre el público. Hubo alrededor de 10.000 espectadores en Ñuñorco. Justamente de ello le hablaba Octavio Fanti (músico cordobés de 28 años) a LA GACETA: “Abel ha logrado unir a las personas más diferentes en un lenguaje común, el de la música”. Afirma haber asistido a más de 250 recitales del bahiense a lo largo de todo el país.

Los teloneros

Alrededor de las 20 se puso en marcha el espectáculo con Canto 4 (Salta), seguido de los tucumanos Leandro Robín y Las 4 Cuerdas. El último eslabón en la cadena de teloneros le correspondía a los jujeños de Coroico, pero sufrieron ciertos atrasos, por lo que el conjunto Yambé se ubicó en su lugar.

La acogida del público fue muy buena, aunque como suele suceder en estos casos el sentimiento de una fanática (que prefirió no identificarse) era compartido: “todos vinimos por Abel y por nadie más que Abel”. En la misma línea, una abuela porteña -junto a su nieta tucumana, Sandra, de 19 años-, pedía a gritos: “que suba ya el artista principal al escenario”. Sandra relató que su abuela es fan de Pintos, pero que era la primera vez que lo veía en vivo.

Ya con la tormenta asomando amenazante desde el sur se extinguió el momento de los teloneros. Todas las agrupaciones gozaron de muy buena recepción. Un momento de gran furor se produjo cuando Robín saltó del escenario hacia las gradas para cantar “La tempranera” junto a la audiencia.

A eso de las 23 se largó la lluvia. El temor se acrecentaba entre los espectadores. ¿Cabía la posibilidad de una suspensión? Nadie quería pensar en eso. Muchos utilizaron las sillas para cubrirse del aguacero, mientras rogaban por una tregua desde el cielo. Finalmente, el alivio: la tormenta trocó en una garúa.

La largada

Dieron las doce menos diez cuando una ovación multitudinaria recibió a Abel Pintos y, más aún, cuando comenzaron las primeras armonías de “Cómo te extraño”, el primer simple de su nuevo álbum (“11”). La audiencia enlazó la letra del tema con la nostalgia por la larga ausencia del ídolo. Hacía siete años que Abel no se presentaba en la zona y lo reconfirmó al finalizar la canción afirmando: “te extraño, Monteros”.

Le siguieron “Pájaro cantor” (otro éxito de su reciente disco) y “La llave” (tercer tema de su álbum del mismo nombre, de 2007). A partir de allí, Abel desgranó un repertorio variopinto, que viajó desde sus nuevas obras hasta clásicos del folclore, pasando por el tango, las baladas románticas y el pop.

Respecto a su “internacionalización” y a su alejamiento parcial del folclore durante estos últimos años, ello no parece haber afectado en absoluto la devoción del público (tanto en la opinión de puristas del género como de no folcloristas). La confesión de Jessica, de 20 años, oriunda de Leales, resultó esclarecedora. “Eso no hizo más que fortalecerlo como artista, llueve, truene o queme”. Más de 10.000 espectadores y un festival a todo trapo lo confirmaron.

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