Los niños regresan a Fukushima
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NARAHA, Japón — Los niños regresaron esta primavera.
Durante más de cuatro años, los residentes tuvieron prohibido regresar a este rincón en Fukushima después de que un terremoto y tsunami causaron una fusión en una planta de energía nuclear al norte del pueblo. Cuando el gobierno levantó la orden de evacuación en 2015, los que regresaron eran en su mayoría las personas de edad avanzada, que pensaron que regresar a casa valía el riesgo de la radiación residual.
Pero hace unas semanas, seis años después del desastre, 105 estudiantes se presentaron en la primaria y secundaria de Naraha para el inicio del año escolar japonés. En algunos grados, apenas seis estudiantes toman clases en aulas donde pueden entrar hasta 30 niños.
Sin embargo, el regreso de los niños es una poderosa señal de renovación para este poblado, que se encuentra en la original zona de exclusión de 20 kilómetros alrededor de la planta de Fukushima. La reapertura de la escuela “es muy significativa”, dijo Sachiko Araki, directora de la secundaria. “Un pueblo sin escuela no es realmente un pueblo”.
El nuevo edificio de 18 millones de dólares tiene brillantes pisos de duela, una biblioteca y un gimnasio. Un balcón ofrece una vista al mar.
Muchas emociones propiciaron las decisiones de las familias que regresaron a Naraha. Siempre fue un pueblo pequeño, con sólo poco más de 8 mil personas antes del desastre. Hasta ahora, sólo uno de cada cinco residentes regresó.
Un banco, una oficina de correos y una clínica están en operaciones, pero un supermercado aún está en construcción. Como los barrios permancen vacíos durante mucho tiempo, en ocasiones se ven jabalíes deambulando por las calles. Con miles de bolsas de suelo contaminado apiladas en campos alrededor del poblado y medidores de radiación colocados en estacionamientos, el recuerdo del desastre nunca está lejos. La radiación es monitoreada en los terrenos de la escuela.
Para las familias jóvenes, otros factores aparte de los riesgos de la radiación pesaron en el cálculo para regresar o no. Algunos anhelaban retornar al pueblo que había sido su hogar durante generaciones, mientras que otros asumían que podían solventar un mayor espacio en Naraha. Ayuka Ohwada, de 29 años, pensó que su familia permanecería en Iwaki, ciudad de unos 340 mil habitantes, más de 30 kilómetros al sur, donde muchos residentes de Naraha vivieron durante la evacuación. Pero una vez que sus padres volvieron a su antiguo hogar, Ohwada y sus hijos, ahora de 8 y 6 años, empezaron a visitarlos.
“Empecé a pensar que quizá el campo era un ambiente mucho mejor para mis hijos”, dijo Ohwada, cuyo padres le ofrecieron un terreno para que construyera una nueva casa. Ohwada, que era empleado de una tienda antes de conseguir un empleo en el palacio municipal, dijo que ella y su esposo, que trabaja en un pueblo cercano en una compañía involucrada en el negocio de la descontaminación, jamás pudieron solventar la compra de una casa independiente en Iwaki.
La orden de evacuación de Naraha fue levantada en 2015, pero los estudiantes apenas regresaron a clases, y a las áreas de juegos, en abril de este año.
Naraha está en la original zona de exclusión de 20 kilómetros alrededor de la planta de Fukushima.
La Primaria y Secundaria de Naraha no estaba terminada cuando ocurrió el desastre, así que fue reconstruída.
En algunos grados, apenas seis estudiantes toman sus clases en aulas construidas para dar cabida a hasta 30.
La orden de evacuación de Naraha fue levantada en el 2015. Niños juegan en una guardería.
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