Volvieron las clases en la escuela que resiste al borde del abismo
La escuela 295, de Alto el Puesto, quedó al borde de un abismo provocado por la correntada y las inundaciones. Preocupados, los vecinos piden que la trasladen. Una parte del edificio se vino abajo y el jardín de infantes debió ser clausurado, pero de todos modos se reanudaron las clases.
Hace 19 Hs 18
La correntada, voluminosa y violenta, transformó el patio de la escuela 295, de Alto El Puesto (Graneros), en un inmenso cráter de 15 metros de profundidad. “Ahí jugaban los chicos a la hora del recreo. Mire lo que es ahora el lugar. Parece que el suelo se abrió para tragarse todo”. Mercedes Véliz, auxiliar de la escuela, habla con pena, y mira la cocina y el comedor, que a pesar de haber sido construidos con cemento, están en gran parte hundidos al borde del socavón. También el jardín de infantes quedó al filo de este pozo gigante, y por eso debió ser clausurado. Una malla metálica separa del abismo el sector que quedó en pie. “Hay que estar cuidando que los chicos no se acerquen a la barranca. En general no lo hacen porque les da miedo”, advierte Véliz.
Todo el pueblo
La escuela 295 es sólo el ejemplo más contundente de la ferocidad que alcanzaron las aguas. La creciente que arrasó a fines de marzo Alto El Puesto, ubicado al este de La Invernada, dejó rastros devastadores por todos lados: las viviendas de unas 20 familias sufrieron daños serios; se estima, además, que más de 100 kilómetros de caminos quedaron intransitables.
Las clases recién se reanudaron la semana pasada, luego de un mes de inactividad; antes no se podía llegar. Y los 50 alumnos son atendidos sólo por un docente. Los cinco restantes están con licencia médica: son los maestros que salvaron milagrosamente su vida cuando la creciente los sorprendió mientras trataban de salir hacia la ruta 38 en una camioneta. Su dueño, Sergio Martínez, logró rescatar a sus compañeras.
Sitios seguros
Es rara la situación de Alto El Puesto: pertenece tanto al departamentos de Graneros como al de La Cocha, y la cuestión jurisdiccional no es menor: los vecinos consideran que la escuela 295 también debe ser reubicada.
“Habría que reconstruirla en un sitio más seguro; el terreno en el que está ahora es una seria amenaza para los chicos. Claro que si se producen crecientes como la que nos castigó en marzo no hay nada seguro aquí”, sostiene Juan Pereyra. “El suelo puede seguir hundiéndose del lado de la escuela”, añade.
El mismo drama viven 10 familias cuyas casas están a orillas de canales socavados por los torrentes.
“Aquí ya no se puede vivir. Mi casa, como usted ve, está agrietada por todos lados. Y tengo miedo de que se nos venga encima. La ocupamos con mi esposa y dos hijos. Cuando vuelvan las lluvias vamos a estar con el Jesús en la boca” , plantea Nicolás Carrizo, que vive en el sector conocido como La Horqueta.
Irma Carrizo, otra vecina, relata que el día que llegó la creciente todo a su alrededor parecía un mar color marrón oscuro. “No podía salir. Pensaba que si lo hacía, el agua me iba a llevar. Después -recuerda- vino mi hijo y logró rescatarnos a mí y a mi nieto. No pasó mucho tiempo y mi casa se vino abajo. Nos salvamos de milagro”.
Irma vive ahora en una vivienda prestada y espera que el Gobierno le construya una nueva en otro lugar. Es también el anhelo de Sonia Cabeza y de otros vecinos que quedaron presos de las amenazas del canal que pasa rozando las casas.
Proyectos
Luis Campos, funcionario del Ministerio del Interior, adelantó que se acordó con el Instituto de la Vivienda la construcción de nuevos albergues para los damnificados por esta catástrofe. Mientras tanto, enfatizó, para siete familias que quedaron sin techo se están alquilando casas en La Invernada.
Campos y el coordinador de Comunas, Agustín Fernández, supervisan en la zona de El Sacrificio las tareas de reconstrucción de caminos y de reparación de otros daños. “Esta fue una de las comunidades más afectadas por las inundaciones, después de La Madrid. Por eso el ministro (del Interior) Miguel Acevedo destinó maquinaria y mano de obra para ir reparando lo destruido”, informó Campos.
Todo el pueblo
La escuela 295 es sólo el ejemplo más contundente de la ferocidad que alcanzaron las aguas. La creciente que arrasó a fines de marzo Alto El Puesto, ubicado al este de La Invernada, dejó rastros devastadores por todos lados: las viviendas de unas 20 familias sufrieron daños serios; se estima, además, que más de 100 kilómetros de caminos quedaron intransitables.
Las clases recién se reanudaron la semana pasada, luego de un mes de inactividad; antes no se podía llegar. Y los 50 alumnos son atendidos sólo por un docente. Los cinco restantes están con licencia médica: son los maestros que salvaron milagrosamente su vida cuando la creciente los sorprendió mientras trataban de salir hacia la ruta 38 en una camioneta. Su dueño, Sergio Martínez, logró rescatar a sus compañeras.
Sitios seguros
Es rara la situación de Alto El Puesto: pertenece tanto al departamentos de Graneros como al de La Cocha, y la cuestión jurisdiccional no es menor: los vecinos consideran que la escuela 295 también debe ser reubicada.
“Habría que reconstruirla en un sitio más seguro; el terreno en el que está ahora es una seria amenaza para los chicos. Claro que si se producen crecientes como la que nos castigó en marzo no hay nada seguro aquí”, sostiene Juan Pereyra. “El suelo puede seguir hundiéndose del lado de la escuela”, añade.
El mismo drama viven 10 familias cuyas casas están a orillas de canales socavados por los torrentes.
“Aquí ya no se puede vivir. Mi casa, como usted ve, está agrietada por todos lados. Y tengo miedo de que se nos venga encima. La ocupamos con mi esposa y dos hijos. Cuando vuelvan las lluvias vamos a estar con el Jesús en la boca” , plantea Nicolás Carrizo, que vive en el sector conocido como La Horqueta.
Irma Carrizo, otra vecina, relata que el día que llegó la creciente todo a su alrededor parecía un mar color marrón oscuro. “No podía salir. Pensaba que si lo hacía, el agua me iba a llevar. Después -recuerda- vino mi hijo y logró rescatarnos a mí y a mi nieto. No pasó mucho tiempo y mi casa se vino abajo. Nos salvamos de milagro”.
Irma vive ahora en una vivienda prestada y espera que el Gobierno le construya una nueva en otro lugar. Es también el anhelo de Sonia Cabeza y de otros vecinos que quedaron presos de las amenazas del canal que pasa rozando las casas.
Proyectos
Luis Campos, funcionario del Ministerio del Interior, adelantó que se acordó con el Instituto de la Vivienda la construcción de nuevos albergues para los damnificados por esta catástrofe. Mientras tanto, enfatizó, para siete familias que quedaron sin techo se están alquilando casas en La Invernada.
Campos y el coordinador de Comunas, Agustín Fernández, supervisan en la zona de El Sacrificio las tareas de reconstrucción de caminos y de reparación de otros daños. “Esta fue una de las comunidades más afectadas por las inundaciones, después de La Madrid. Por eso el ministro (del Interior) Miguel Acevedo destinó maquinaria y mano de obra para ir reparando lo destruido”, informó Campos.
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