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Los 5 grandes problemas de la calidad educativa en la Argentina


El contexto socio-cultural, la desactualización de contenidos y la infraestructura son algunos de los motivos del rendimiento irregular de alumnos de primaria y secundaria. Especialistas analizaron el fenómeno

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La decisión del Gobierno de la Provincia de Buenos Aires de reimplantar el sistema de calificación numérica y recuperar los aplazos a las escuelas primarias públicas destapó el debate: por un lado, los más críticos con la medida advierten sobre el peligro de estigmatización y de exclusión de aquellos con más problemas con las materias; por el otro, los que apoyan la idea reafirman la necesidad de que se apruebe realmente al que tenga las cualidades y no se haga "beneficencia" académica.
Lo cierto es que las últimas cifras sobre el nivel educativo de la Argentina no fueron demasiado alentadores: en el "Informe PISA Estudiantes de Bajo Rendimiento", publicado en febrero por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), el colectivo de estudiantes argentinos se ubicó entre los diez peores de las 64 naciones analizadas.
"Se cree que los alumnos argentinos no rinden bien en los exámenes internacionales porque los chicos no estudian, están todo el tiempo en Facebook, porque los docentes no enseñan bien o porque la política mira a otro lado. Quizás la respuesta a ese interrogante tenga un poco de cada una de esas suposiciones, pero de ninguna manera hay una respuesta única y salvadora", aseguró a Infobae Juan María Segura, consultor, experto en innovación educativa y autor del libro "Yo qué sé (#YQS), la educación argentina en la encrucijada".
Por la misma línea se mantiene Pablo Ramallo, licenciado en Educación y profesor de la Universidad de Buenos Aires: "Hay muchos, muchísimos problemas por mejorar y creo que la situación actual, aún sin representar un estado de emergencia, encuentra su explicación en diversos factores de cualquier índole. Es necesario poner la lupa tanto en la dedicación de los chicos hacia el estudio como las comodidades que ofrecen las escuelas, los presupuestos que ofrece el Estado y la obsolescencia de los programas de estudio", le explicó el especialista a Infobae.
La desactualización de los programas escolares atenta contra el interés y la atención de los alumnos
Desde principios de los 90, se realizan en las escuelas primarias y secundarias del país las llamadas Pruebas del Operativo Nacional de Evaluación (ONE). En un principio, los exámenes se llevaban a cabo de manera anual, pero a lo largo de la última década pasaron a ser bianuales y trianuales.
Alejandro Ganimian, un argentino con un doctorado en Análisis Cuantitativo de Política Educativa en la Universidad de Harvard, elaboró en el 2015 un informe llamado El Termómetro Educativo, en el que se analizó a fondo los resultados de los alumnos en los exámenes ONE entre 2005 y 2013. Algunas de las conclusiones extraídas del informe fueron:
  • Un alto porcentaje de alumnos de primaria y secundaria no alcanzan los niveles mínimos de aprendizaje.
  • Las zonas con peores resultados fueron en el centro del país, la Patagonia y parte del Noreste, mientras que en la Ciudad de Buenos Aires se registraron las mejores calificaciones.
  • El porcentaje de alumnos con un desempeño alto es particularmente bajo entre segundo y tercer año de la secundaria, justo cuando los alumnos empiezan a encarrilar sus camino universitario.

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A partir de este año, las pruebas ONE ya no se realizarán. Será reemplazadas por la Evaluación Nacional Aprender, que tomará nuevas evaluaciones a alumnos primarios y secundarios y promete perfeccionar el sistema de análisis de rendimiento. Los primeros exámenes del nuevo sistema se realizarán el 18 y 19 de octubre.
"Lo importante es tomar cartas en el asunto y que cada uno se haga responsable del campo que le toca cubrir. Tanto desde los alumnos, que deben tener la predisposición siempre presente, como la de los docentes, que tienen que estar bien capacitados, y las instituciones, que deben ofrecer un establecimiento adecuado como para recibir clases de una manera óptima", afirmó Ramallo a Infobae.
Según los especialistas, los problemas de la calidad educativa en la Argentina podrían discriminarse en cinco puntos:

1. El contexto socio-cultural

Es difícil que el ámbito escolar pueda escaparle al clima de confrontación, violencia, premios y castigos inmediatos y la discriminación del diferente que actualmente se respira en casi todos los rincones de la sociedad argentina. "No podemos exigirle a la escuela que se comporte como una entidad aislada e inmune a un sistema cultural que la afecta y condiciona en sus prácticas. La persistencia por hacer responsable a terceros de por los errores y resultados adversos de nuestras vidas mina la base de cualquier sistema meritocrático que el sistema educativo se proponga impulsar", afirmó Segura a Infobae.

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Pisa: estudiantes de bajo rendimiento: Argentina entre los 10 peores que preocupan

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2. La infraestructura

El estado de las escuelas argentinas también juega un papel fundamental en el rendimiento posterior de sus alumnos. En los diversos colegios del país se registraron casos como techos que están a punto de caerse en aulas, inundaciones, comedores clausurados o falta de baños en condiciones. Esas complicaciones atentan contra el bienestar educativo de una institución y, por ende, también dinamitan la capacidad del alumno de poder mantener un aprendizaje sólido. "Es simple. Cuando uno va a su trabajo, ve que en pleno invierno la pared de su oficina tiene un agujero enorme y entra todo el frío al lugar, claramente su rendimiento quedará afectado. ¿Por qué debemos pensar que los más chicos no van a ver condicionado su rendimiento a raíz de las complicaciones edilicias del lugar donde estudian?", afirmó Ramallo.
El precario estado edilicio de muchos colegios también puede jugar un factor clave en el desarrollo escolar de los alumnos

3. La desactualización curricular

La presencia de Internet y las redes sociales en la vida cotidiana de los alumnos es un factor fundamental para que el programa educativo pueda subirse al tren de la actualidad y pueda despertar el interés de sus alumnos. Si se mantienen intactos los programas educativos de hace 30 años, es imposible lograr que los jóvenes de hoy puedan sentir algo de entusiasmo en el aprendizaje de las materias. Lo cual los alejará aún más de sus responsabilidades educativas. "Esta revolución transformadora, disruptiva y de escala planetaria obliga a revisar los fundamentos del diseño curricular y escolar y a impulsar la agenda de innovación y transformación educativa más ambiciosas de los últimos 100 años", agregó Segura.

4. La estabilidad del docente

El factor de los maestros y los profesores es quizás uno de los más delicados y de los más importantes. Es primordial que los docentes puedan acudir a su puesto de trabajo con las condiciones mínimas laborales. "Un maestro que lleva meses sin cobrar un peso y que ya no tiene más gente alrededor para pedirle plata prestada, ¿cómo pretendemos que tenga la cabeza despejada para dar clases totalmente compenetrado en sus responsabilidad?", se preguntó Ramallo. "Los Ministerios y los Gobiernos tienen la obligación de cumplir con sus docentes. Es tan importante que los alumnos estén comprometidos con el estudio, así como que los maestros tengan el mismo grado de compromiso", agregó.
5. La contradicción ética
Existe un contrapunto claro en la mayoría de las escuelas argentinas. La premisa de la inclusión choca de manera directa con la de búsqueda de calidad. El factor social de la institución es clave: el lineamiento escolar indica que hay que velar siempre por la continuidad del alumno en el colegio y tratar de evitar su deserción, aún cuando su rendimiento no es el adecuado. "Entonces, no puede pretenderse que en esas instituciones se creen las condiciones suficientes para medir bien en PISA en matemáticas o lecto-comprensión.
Calidad significa medir bien en los exámenes, sea tanto a los 15 como a cualquier edad
". La solución para no caer una y otra vez en esa contradicción es tomar el problema por las astas a tiempo, antes de que los alumnos cayeran en esa espiral descendiente
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