Cuando un chico se pierde, las primeras horas de búsqueda son cruciales
NIÑOS EN PELIGRO
Desaparecen tres menores por día en el país, según la ONG Missing Children. Denunciar cuanto antes es clave. Los peligros.
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315 minutos. 18.900 segundos sufridos, uno a uno, por no saber dónde estaba su hijo. Las cosas que habrán pasado por la cabeza de Franco Ferroni (41) ni él las recuerda (o tal vez ya ni quiera rememorarlas). Fueron un desfile interminable de imágenes posibles, de hipótesis que iban de la esperanza al desasosiego. Todavía no sabe de dónde sacó tanta fuerza, cómo hizo para correr y correr sin parar de un lado a otro de la ciudad.
Hace una semana, este papá vivió le peor pesadilla de su vida: su hijo, Nicolás (dos años y medio), se despertó a la madrugada y se fue de la casa de sus abuelos, donde estaba durmiendo, en avenida Mitre al 400. Cuando Franco y su esposa llegaron a buscarlo, a las 4.45, encontraron la cama vacía. Entonces comenzó una odisea que movilizó a los tucumanos por todas las redes sociales. Poco más de cinco horas después, esta historia tuvo un final feliz. Un taxista y su hija, que habían encontrado al niño deambulando por la calle (en Santa Fe y Mitre) lo subieron al auto y lo cobijaron en su vivienda, según la denuncia policial. Más tarde, alertados por los mensajes de Whatssap que circulaban, lo llevaron a la comisaría séptima.
Nicolás nunca se enteró de la enorme movilización que desató la denuncia de su extravío. Cuando lo llevaron a la Policía, pasó de brazo en brazo de los efectivos y le regalaron un montón de caramelos. “Él creía que estaba en una fiesta”, cuenta su papá. Después del reencuentro con sus padres y la revisión médica, una vez en su casa del barrio América, Ferroni le preguntó con tranquilidad qué fue lo que le pasó, por qué había decidido irse a la calle en medio de la noche. Con la mirada pícara, el nene respondió: “Yo quería jugar con amigos”.
Por travesura, por distracción o por enojo, muchos chicos se escapan de su casa. En algunos casos viven situaciones de verdadero peligro. Sus padres -que recuerdan las horas de búsqueda como las más dramáticas- y los expertos insisten en que los tiempos han cambiado y que en la actualidad cualquier niño que se pierde exige actuar en forma urgente.
Qué hacer
“Hay demasiados riesgos en la calle hoy. No es lo mismo que hace unos años. Si un chico no está en el lugar y horario que tiene que estar, estamos hablando de un chico perdido, no podemos dilatar la búsqueda ni quedarnos con que ya volverá. En el momento que no se sabe dónde está, hay que hacer la denuncia y comenzar la búsqueda. Si finalmente se trató de una picardía, lo festejaremos, pero si no fue una travesura las horas que demora el inicio de la búsqueda son claves, y se pierden”, expresa Lidia Grichener, Presidenta de Missing Children Argentina.
Los primeros minutos son esenciales porque la gente tiene recuerdos frescos que luego, con el paso de las horas, se desdibujan en la memoria, añade Grichener. Por eso, asegura, hay que desterrar de una vez por todas el mito de que hay que esperar 24 horas para hacer la denuncia.
Casos como el de Nicolás Ferroni demuestran la importancia de pedir intervención policial. “Fue lo primero que hicimos. Enseguida toda la Policía se puso a buscar a Nico. El despliegue fue impresionante. Además, cerraron fronteras y el aeropuerto, dieron aviso a todos los hospitales y nos acompañaron en esos momentos en qué querés hacer de todo pero no podés hacer nada”, relata el papá del niño. Y añade que otra medida fundamental que tomaron en la familia fue publicar inmediatamente fotos de su hijo y audios en Whatssap pidiendo ayuda. “Los tucumanos son muy solidarios. El mensaje llegó a muchísimos teléfonos”, resalta,
Lo que a Franco le llamó la atención es que su hijo caminó varias cuadras solo, descalzo, y en ese trayecto pasó por al menos cinco bares abiertos. “Le preguntábamos a la gente y nadie había observado nada raro. Sólo un hombre vio a Nico y nos dijo, como si fuera algo normal, que iba caminando en dirección al (colegio) Tulio”, recuerda. Ahora, con la cabeza en frío, Ferroni analiza lo que le pasó y asegura que las cosas hubiesen sido distintas si las personas que encontraron a su hijo hubieran llamado cuanto antes al 911. “No hay que tener miedo de que te van a acusar de algo. Si encontraste un chico en la calle, comunicate cuanto antes. Pensá que hay una familia desesperada”, aconseja.
Grichener también habló en ese sentido: “hay que despertar aún más la sensibilidad de la población. Tenemos que abrir un poco más los ojos. Hace poco tuvimos un caso en Córdoba de un niño de seis años que caminó 30 cuadras solo y a nadie la llamó la atención. Entró a un negocio y pidió un helado. Un señor le preguntó dónde estaba su mamá y ahí le contó que estaba perdido. Si este señor tenía malas intenciones el final era otro. Por eso hay que generar más conciencia. Ante cualquier cosa extraña se debe preguntar, quizás estemos ayudando a un chico que la está pasando mal”, sugiere. Se puede llamar en forma anónima al 0800 333 5500.
Buscados
En Argentina hay 109 menores de 18 años que actualmente son buscados por la asociación Missing Children. Por día reciben, en promedio, tres pedidos de paradero, cifra que aumenta año a año. La gran mayoría aparece (94%). “Sin embargo, hay un 6% del que no se sabe nada. Y eso nos preocupa mucho. A los chicos no se los traga la tierra, en algún lugar deben estar”, sostiene Grichener.
La gran mayoría de los chicos que desaparecen no se trata de niños que hacen travesuras, son adolescentes que se fugan del hogar por voluntad propia, detalló. Lo hacen por problemas familiares o frustraciones escolares, también por contactos desconocidos en las redes sociales.
“Vemos que las fugas se dan a edades cada vez más tempranas”, advierte. Los mayores peligros que corren: caer en manos de redes de tratantes o vinculadas a algún tipo de crimen organizado. Sin embargo, no hay que asustarse porque estos casos son los menos, dice la experta. Aconseja a los padres estar atentos a las señales que dan los chicos. “Cuando un hijo cambia su manera de actuar hay que encender la alarma”, remarca. Y si ya se escaparon una vez la recomendación para los papás es: escuchar el motivo porque el que se fueron, decirles que se queden en casa, recordarles que los queremos y que nos duele verlos huir.
Hace una semana, este papá vivió le peor pesadilla de su vida: su hijo, Nicolás (dos años y medio), se despertó a la madrugada y se fue de la casa de sus abuelos, donde estaba durmiendo, en avenida Mitre al 400. Cuando Franco y su esposa llegaron a buscarlo, a las 4.45, encontraron la cama vacía. Entonces comenzó una odisea que movilizó a los tucumanos por todas las redes sociales. Poco más de cinco horas después, esta historia tuvo un final feliz. Un taxista y su hija, que habían encontrado al niño deambulando por la calle (en Santa Fe y Mitre) lo subieron al auto y lo cobijaron en su vivienda, según la denuncia policial. Más tarde, alertados por los mensajes de Whatssap que circulaban, lo llevaron a la comisaría séptima.
Nicolás nunca se enteró de la enorme movilización que desató la denuncia de su extravío. Cuando lo llevaron a la Policía, pasó de brazo en brazo de los efectivos y le regalaron un montón de caramelos. “Él creía que estaba en una fiesta”, cuenta su papá. Después del reencuentro con sus padres y la revisión médica, una vez en su casa del barrio América, Ferroni le preguntó con tranquilidad qué fue lo que le pasó, por qué había decidido irse a la calle en medio de la noche. Con la mirada pícara, el nene respondió: “Yo quería jugar con amigos”.
Por travesura, por distracción o por enojo, muchos chicos se escapan de su casa. En algunos casos viven situaciones de verdadero peligro. Sus padres -que recuerdan las horas de búsqueda como las más dramáticas- y los expertos insisten en que los tiempos han cambiado y que en la actualidad cualquier niño que se pierde exige actuar en forma urgente.
Qué hacer
“Hay demasiados riesgos en la calle hoy. No es lo mismo que hace unos años. Si un chico no está en el lugar y horario que tiene que estar, estamos hablando de un chico perdido, no podemos dilatar la búsqueda ni quedarnos con que ya volverá. En el momento que no se sabe dónde está, hay que hacer la denuncia y comenzar la búsqueda. Si finalmente se trató de una picardía, lo festejaremos, pero si no fue una travesura las horas que demora el inicio de la búsqueda son claves, y se pierden”, expresa Lidia Grichener, Presidenta de Missing Children Argentina.
Los primeros minutos son esenciales porque la gente tiene recuerdos frescos que luego, con el paso de las horas, se desdibujan en la memoria, añade Grichener. Por eso, asegura, hay que desterrar de una vez por todas el mito de que hay que esperar 24 horas para hacer la denuncia.
Casos como el de Nicolás Ferroni demuestran la importancia de pedir intervención policial. “Fue lo primero que hicimos. Enseguida toda la Policía se puso a buscar a Nico. El despliegue fue impresionante. Además, cerraron fronteras y el aeropuerto, dieron aviso a todos los hospitales y nos acompañaron en esos momentos en qué querés hacer de todo pero no podés hacer nada”, relata el papá del niño. Y añade que otra medida fundamental que tomaron en la familia fue publicar inmediatamente fotos de su hijo y audios en Whatssap pidiendo ayuda. “Los tucumanos son muy solidarios. El mensaje llegó a muchísimos teléfonos”, resalta,
Lo que a Franco le llamó la atención es que su hijo caminó varias cuadras solo, descalzo, y en ese trayecto pasó por al menos cinco bares abiertos. “Le preguntábamos a la gente y nadie había observado nada raro. Sólo un hombre vio a Nico y nos dijo, como si fuera algo normal, que iba caminando en dirección al (colegio) Tulio”, recuerda. Ahora, con la cabeza en frío, Ferroni analiza lo que le pasó y asegura que las cosas hubiesen sido distintas si las personas que encontraron a su hijo hubieran llamado cuanto antes al 911. “No hay que tener miedo de que te van a acusar de algo. Si encontraste un chico en la calle, comunicate cuanto antes. Pensá que hay una familia desesperada”, aconseja.
Grichener también habló en ese sentido: “hay que despertar aún más la sensibilidad de la población. Tenemos que abrir un poco más los ojos. Hace poco tuvimos un caso en Córdoba de un niño de seis años que caminó 30 cuadras solo y a nadie la llamó la atención. Entró a un negocio y pidió un helado. Un señor le preguntó dónde estaba su mamá y ahí le contó que estaba perdido. Si este señor tenía malas intenciones el final era otro. Por eso hay que generar más conciencia. Ante cualquier cosa extraña se debe preguntar, quizás estemos ayudando a un chico que la está pasando mal”, sugiere. Se puede llamar en forma anónima al 0800 333 5500.
Buscados
En Argentina hay 109 menores de 18 años que actualmente son buscados por la asociación Missing Children. Por día reciben, en promedio, tres pedidos de paradero, cifra que aumenta año a año. La gran mayoría aparece (94%). “Sin embargo, hay un 6% del que no se sabe nada. Y eso nos preocupa mucho. A los chicos no se los traga la tierra, en algún lugar deben estar”, sostiene Grichener.
La gran mayoría de los chicos que desaparecen no se trata de niños que hacen travesuras, son adolescentes que se fugan del hogar por voluntad propia, detalló. Lo hacen por problemas familiares o frustraciones escolares, también por contactos desconocidos en las redes sociales.
“Vemos que las fugas se dan a edades cada vez más tempranas”, advierte. Los mayores peligros que corren: caer en manos de redes de tratantes o vinculadas a algún tipo de crimen organizado. Sin embargo, no hay que asustarse porque estos casos son los menos, dice la experta. Aconseja a los padres estar atentos a las señales que dan los chicos. “Cuando un hijo cambia su manera de actuar hay que encender la alarma”, remarca. Y si ya se escaparon una vez la recomendación para los papás es: escuchar el motivo porque el que se fueron, decirles que se queden en casa, recordarles que los queremos y que nos duele verlos huir.
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