La convivencia en el aula, clave para mejorar la calidad educativa


Hay un solo camino, la educación. Entrega 23 de 30: el bullying
El acoso escolar creció un 40% en Argentina en el último año. Prevenirlo también es decisivo para elevar los rendimientos.

Por Rafael Otegui
“Quedate quieto, no vas a decir nada más”, le grita un alumno a otro entre empujones. Después lo tumba al piso y acompaña sus amenazas con golpes y patadas. De fondo se escuchan las risas de los compañeros de curso, que miran de lejos y filman todo con sus celulares. Otra vez la violencia, otra vez en la escuela.
La escena, registrada días atrás en un colegio industrial de la localidad de Zárate, se viralizó rápidamente en las redes sociales y volvió a poner en agenda el drama del acoso escolar. Un drama que, según un estudio reciente de la ONG Bullying Sin Fronteras, aumentó su incidencia en el país en un 40% durante el último año.
“El bullying es el emergente de un largo proceso: se llega al hostigamiento luego de descuidar previamente muchas otras instancias”, señala Alejandro Castro Santander, director del Observatorio de la Convivencia Escolar de la Universidad Católica Argentina (UCA). Del simple conflicto a la violencia –explica– hay varios escalones intermedios: indisciplina, burlas, violencias esporádicas, disrupciones que perturban el clima en clase. Por eso, señala, “hay que mirar más allá del bullying y entender que la violencia es un fenómeno complejo, multinivel, que involucra por igual a directivos, docentes, alumnos, familias y comunidades”.
Pero prevenir la violencia escolar, aseguran los expertos, no es sólo una prioridad para garantizar la seguridad en el aula, sino también para mejorar calidad educativa. “Ya está profundamente demostrado que el clima social de las escuelas incide directamente en la calidad de los procesos formativos”, remarca Castro Santander. Y agrega: “La convivencia es la variable no cognitiva que más influye en los resultados académicos. Todas las pruebas internacionales, desde PISA hasta TERCE, muestran que éste es el aspecto que más incide en el desempeño de los chicos”.
A pesar de que en nuestro país se sancionó en 2013 la ley N° 26.892 para promover la convivencia en las escuelas, es poco lo que se avanzó en materia de política pública. El tema, incluso, no fue mencionado en la declaración de Purmamarca, firmada por los ministros de Educación de toda la Nación para sentar las bases “de la nueva escuela”. Otros países de la región, en cambio, ya miden este aspecto y trabajan en un modelo de calidad basado en la convivencia. “Tenemos que pasar nosotros también al plano de la acción y diseñar políticas integrales”, enfatiza Castro Santander, “porque hoy la violencia es protagonista de la educación argentina. Sin buen clima educativo, no hay enseñanza posible”.

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