María Kodama: "Borges me decía que, si había reencarnación, prometiéramos reencontrarnos"


Entre homenajes y con libro nuevo, estuvo en Conversaciones de LA NACION
LA NACION
MIÉRCOLES 31 DE AGOSTO DE 2016
Foto: Julián Bongiovanni
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Está de muy buen humor. El tapado blanco y la cabellera se iluminan mutuamente. Que esté de buen humor no es raro; lo raro es que pueda tener tan buen humor cuando está tan cansada. El 30° aniversario de la muerte de Borges precipitó las actividades. Los homenajes a Borges y a María Kodama se suceden. Dos casos, entre varios. El Senado de la Nación le otorgó post mórtem la Mención de Honor Senador Domingo Faustino Sarmiento a Borges. Por otra parte, a la propia Kodama se le concedió ahora la Orden del Sol Naciente, Rayos Dorados y Plateados. Es la tercera condecoración en importancia entre las que otorga el Ministerio de Relaciones Exteriores. Sin embargo, nada parece más importante que Homenaje a Borges(Sudamericana), el primer libro, confeccionado sobre la base de una serie de conferencias, que Kodama le dedica a Borges.
-En el último de los escritos que están recopilados en el libro te dirigís a Borges en segunda persona, como si la posibilidad del diálogo todavía existiera. Eso le da al texto una entonación muy íntima y un poco conmovedora. ¿Sigue conversando con Borges, aunque sea de una manera misteriosa?
-No tan misteriosa... Cuando alguien quiere muchísimo a una persona la conversación continúa aunque esa persona ya no esté y uno sepa que no está. La posibilidad de pensar si algo le gustaría o no, los recuerdos... Es un diálogo eterno.
Muchas veces decís que Borges está ahora en el Gran Mar. ¿Cómo te lo imaginás vos y cómo creés que se lo imaginaba Borges?
-Es una expresión muy linda que yo uso siempre en lugar de la muerte. Los florentinos decían que la persona había entrado al Gran Mar, que es la eternidad. Y como losvikings (lo digo así porque así le gustaba a Borges) también ponían a sus muertos en una balsa, una canoa con la proa hacia el Este.
-Borges escribió mucho sobre la muerte y en ocasiones da la impresión de que la veía como un alivio.
-Sentía la curiosidad de saber cómo era eso de lo que nadie ha vuelto para contarlo. Era, como yo, agnóstico, pero decía, casi como una broma, que de todas las formas posibles la más lógica era la reencarnación. Entonces me pedía que si eso era cierto, nos prometiéramos reencontrarnos. Yo le decía: "Sí, de acuerdo, pero yo, en la próxima, científica". Y él me contestaba: "No me diga eso". Claro, él quería ser de nuevo escritor.
-Siempre sintió que el destino de escritor era definitivo.
-Evidentemente, si reencarnaba él quería ser escritor. Era su esencia.
-Sé que está preparando para diciembre una muestra en el Instituto Cervantes de Nueva York con los artistas Gabriela Aberastury, Gabriel Barna, Norma Bessouet, Mariano Cornejo y Sara Facio. ¿Qué hay en la obra de Borges que resulta tan propicio para la imaginación de los artistas, de aquellos que no necesariamente trabajan con palabras?
-Me pareció interesante hacerlo con un aniversario doble: son 25 años que la biblioteca del Instituto Cervantes lleva el nombre de Borges y 30 de su partida. Borges dibujaba muy bien y adoraba la pintura. Cuando empezamos a viajar me decía que había que guardar un día para visitar a nuestros amigos, que eran los pintores que nos gustaban. Curiosamente, la obra de Borges es muy visual. Pero es "aparentemente" visual, y eso lleva al fracaso a los directores de cine, a los que se les escapa la dimensión filosófica de Borges. Él no cuenta simplemente algo.
-¿Era muy distinto el Borges público del Borges íntimo?
-Con respecto a sus ideas era siempre el mismo, muy auténtico. Podía hablar de algunas cosas de las que no hablaba con los periodistas, pero sus ideas sobre los temas, en público o en privado, eran las mismas. Él era Borges siempre.
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